Argumento

Giovanni Buonarotti es un chico que vivió toda su vida en un orfanato y que al estar a punto de cumplir la mayoria de edad debe egresar. El es el hijo bastardo de una mujer que pertenece a la alta sociedad Laura Visconti y que fue repudiado al nacer por las causas dolorosas que produjeron su procreaciòn...Una violación.

Angelo Rossetti es uno de los solteros más codiciados de Roma, hijo de un empresario multimillonario y mejor amigo de Francesco Visconti (sobrino de Laura y por consiguiente primo de Giovanni).

Un encuentro y dos miradas que quedan prendadas la una de la otra hacen que el joven Giovanni descubra el origen de su nacimiento y que el causante de su repudio (su abuelo) se arrepienta de haberlo hecho.


Angelo, Gio y Bruno

Dante y Camilo / Pietro y Massimo

Fabio y Enzo/ personajes secundarios

Licencia Creative Commons
El destino jugó sus cartas por Fadua se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

martes, 7 de junio de 2011

12: Sorpresas inesperadas

                               



          Durante el trayecto, Enrico conversaba sobre los detalles del desfile y Gio lo escuchaba atentamente. Angelo, por su parte, se quejaba sobre todo. Su nerviosismo era evidente, ya que, para él era un paso importante. Atrás, estaba dejando las especulaciones de la prensa rosa sobre su relación con Gio, ya que hasta ahora, la familia no había dado una confirmación oficial sobre eso. Pero en una hora más, el estaría reconociendo su bisexualidad ante toda Roma.

Giacomo observó a su sobrino y casi intuyendo la vorágine de pensamientos que éste tenía en su cabeza, trató de ayudar.

        ─Cuando Enrico me propuso por primera vez lo del desfile, me opuse. Pero su cara de desilusión me afectó tanto que me obligué a venir ¿y sabes? se pasa bien y me importa un comino lo que otros piensen o digan ─Afirmó el economista─ Esos que en el futuro pueden criticarte, no te dan de comer ni te visten. Así que, no debes preocuparte por el que dirán. La única opinión que debe importar es la de tu familia, la gente que vive día a día contigo y la de tu pareja, nada más.

       ─Pero eso no quita que me sienta nervioso, como si fuera a mi primer día de escuela ─se quejó el menor de los Rossetti.

       ─Lo sé y me sentiré orgulloso de ti al verte desfilar, con la frente en alto y dándole a entender al mundo tu realidad. Además, tienes a Gio, que irá a tu lado portando tu anillo.

   Angelo sonrió y luego dirigió su mirada a su prometido, quien, en ese momento, estaba siendo maquillado por un alegre Enrico.

       ─¿Tiene que hacer eso? ─preguntó a su tío Giacomo─ ¿Es necesario que se maquillen?

       ─Este día es de ellas, sobrino mío ─el economista le explicó─ nosotros somos meros acompañantes, así que, deja que tu novio sea libre por este día y si quiere maquillarse, ¿quién eres tú para ir en contra de su naturaleza? No lo limites, porque los límites hacen que la relación muera.

      El chofer anunció que habían llegado y eso, obligó a Giacomo a prometerle a su sobrino, que seguirían la conversación, en otra ocasión.

      La Piazzale Ostiense era el lugar elegido para la ocasión. El programa señalaba que partirían desde la pirámide Cestia, conocida así por el hombre que ordenó su construcción, el pretor romano de la época de Julio César, Cayo Cestio. Un beso colectivo daría el pie inicial a la celebración para luego desfilar por las calles hasta llegar a la piazza del Colosseo.

      Personas de todos los sexos y razas estaban reunidas en la plaza y apenas los Rossetti junto a Gio llegaron, fueron rodeados por un sin número de dragqueens y hombres vestidos para la ocasión, todos ellos, saludaban entusiasmados a Giacomo y Enrico, mientras Gio los contemplaba embelesado. Angelo lo cogió de la cintura, para indicarle a cualquiera que se atreviera a poner sus ojos sobre él, que ya tenía dueño. El rubio lo miró a los ojos y sonrió comprensivo.

       A través de un altavoz, uno de los organizadores del certamen, daba indicaciones sobre el recorrido que harían, para evitar problemas con los carabinieri. El calor, era casi insoportable, pero, a la mayoría de los presentes no le importó.

       Las cadenas televisivas, que reportarían la colorida y masiva marcha, estaban representadas con sus corresponsales los cuales, se encontraban apostados alrededor de la piazza, para enfocar a los asistentes que participarían en el beso colectivo.

       La espera llegó a su fin. Instantes después, más de un centenar de parejas se besaban; entre ellos, Angelo y Gio; los cuales, fueron alentados por Enrico, el cual, también se encontraba devorando los labios de su marido.

       Minutos después, se dio el vamos a la marcha. El grupo de los Rossetti caminó lentamente detrás de un dragqueen que bailaba al ritmo de la percusión de la batucada que lideraba la marcha.

                                                 ******

        La vía Claudia estaba muy concurrida. La gente se encontraba aglomerada esperando el paso de la marcha para deleitarse con los coloridos disfraces. Aunque, no faltó alguno de los presentes, que solo estaba apostado en ese lugar, para insultar a los participantes del desfile. La intolerancia en Roma en contra de la homosexualidad, aún era demasiada.

        Enzo D´Alessio había conseguido convencer a su mejor amigo para que lo acompañara; Aunque, por el hecho de ser hijo de quien era, tuvo que aguantarse a que Dante fuera acompañado por su guardaespaldas personal. El joven Mancinni, observaba a su amigo con gesto ceñudo, tratando de entender el por qué había estrechado lazos amistosos con él. Dante aún era un chico de diecisiete años, un joven inmaduro, con tendencias homosexuales y además drogadicto. Pero él no conseguía desligarse de esa amistad. Sentía un profundo cariño por el chico, tanto que, lo consideraba como un hermano.

         Un pequeño pellizco en su trasero lo sacó de su trance y miró hacia atrás, buscando al impertinente que se había atrevido a tocarlo de esa forma. Detrás de él, unos ojos esmeraldas lo observaron con admiración y una dulce voz brotó de los carnosos labios que complementaban un rostro de belleza casi irreal.

         ─Sapevo che oggi finalmente a trovare il mio principe azzurro (sabía que hoy por fin, conocería a mi príncipe azul) ─el chico sonrió─. Soy Camilo, disculpa mi osadía ─agregó subiendo el volumen de la voz, ya que la música de la comparsa estaba muy fuerte─ No pude resistirme a tocarte, eres realmente guapo ─insistió el chico haciendo un gesto, que a Mancinni le pareció grotescamente afeminado.

        Dante, entre indignado y divertido, observó de pies a cabeza el pequeño y esbelto cuerpo del joven, el cual, estaba enfundado con una transparente camisa celeste tornasol y unos pantalones blancos demasiado ajustados.

       Enzo al escuchar la disculpa, volteó por curiosidad y reprimió una carcajada. Había reconocido al chico que hablaba con su amigo. Era un chapero que ofrecía sus servicios en una de las calles aledañas a esa zona. Con eso tendría por lo menos un mes para molestar a su estirado amigo.

       ─No estoy interesado ─advirtió Dante al joven, que seguía mirándolo embelesado─ mantén tu distancia, es mi primera y última advertencia ─agregó autoritariamente dándole la espalda. Pero el chico tentó a su suerte, tocando su hombro lo que hizo que volviera a mirarlo.

       ─¿No crees en el destino? ─volvió a hablar el chico─ yo sí y siento que estabamos destinados a conocernos.

       ─Yo no ─respondió Mancinni de forma tajante─ y si valoras en algo tu patética existencia, no vuelvas a tocarme─ advirtió nuevamente.

     Un hombre se acercó a ellos y tomó bruscamente al chico zamarreando su delgado cuerpo.

       ─¡¿De nuevo abandonando tu puesto de trabajo, shlhuya?! (puta) ─reprendió el hombre en ruso, lo que provocó que a Dante se le dispararan las alarmas y que su guardaespaldas, se acercara con cautela, presto a actuar en caso de cualquier amenaza─ ¡mueve tu trasero y ve a trabajar, que todavía tienes mucho que pagar!

      El chico miró a Dante. Sus ojos verdes se cubrieron con un velo de sufrimiento. Con una triste y forzada sonrisa, se despidió con voz temblorosa.

       ─Adiós, creo... más bien... tengo que volver a mi patética existencia.

       ─Camina te digo! me has hecho perder dos clientes, tendrás que trabajar hasta tarde para reembolsarme ─el hombre tironeó al joven y lo instó a salir del lugar, no sin antes mirar a Dante y asentir con la cabeza, dándole a entender que sabía quién era él. Luego, ambos se perdieron entre el gentío.

     Dante frunció el ceño, preguntándose desde cuando había rusos manejando la prostitución en Roma y si su padre estaba enterado. Volteó nuevamente para observar el desfile, pero sus ojos no se enfocaban en nada, excepto en la imagen que instantes atrás había quedado grabada en su retina. Unos ojos verdes inundados de sufrimiento. Se molestó consigo mismo y arremetió contra su amigo.

        ─¡¿Qué demonios estamos haciendo aquí. Enzo?! ─preguntó fastidiado.

        ─Tranquilo, amigo. Estaremos solo un momento, quiero confirmar que alguien vino ─explicó D´Alessio.

        ─No me digas que alguno de tus conocidos, está participando en esta bacanal ─preguntó sarcástico, a la vez que observaba el pasar de los participantes. Su mirada se detuvo cuando divisó a alguien que creía conocer, pero no lo creyó posible. Al otro lado de la avenida, había un hombre al que conocía muy bien; debido a que, era uno de los hombres de confianza de su padre. La actitud del guardaespaldas le pareció extraña, ya que, estaba demasiado atento en una persona que participaba de la marcha. A su lado, Enzo se agitó.

        ─¡Ahí está, míralo. Es el chico del que te he hablado!

        ─¿Quién? ─preguntó Dante mientras que, su mirada nuevamente se posaba sobre el gentío que desfilaba.

       ─El chico que va de colegiala ─informó Enzo─ El es Gio.

       ─¡Pero si parece una chica! ─exclamó el joven Mancinni, mientras sus ojos se abrían asombrados.

      ─¿Ves lo hermoso que es? ¿Ahora entiendes por qué no puedo aceptar que ese idiota de Angelo Rossetti se quede con él? ─D´Alessio se oía amargado.

     ─Tengo que reconocer que estás en lo cierto, amigo. Pero ya sabes que opino de eso... No puedes acosar a la pareja de otro ─aconsejó con voz firme.

     La mirada de Dante se mantuvo durante unos instantes, sobre el rubio novio de Rossetti, para luego posarla sobre el guardaespaldas, dándose cuenta de que el hombre, mantenía su vigilancia sobre el chico. Aquello le pareció extraño y decidió que más tarde, esa noche, lo hablaría con su padre.

     El desfile siguió su curso y Enzo, lo convenció de ir hasta la plaza. Quería intentar un acercamiento entre él y el joven. Decidió acompañarlo para evitar que su amigo, fuera golpeado nuevamente por Rossetti.


                                                       ******


     ─¿Tienes calor, amore? ─Angelo se preocupó al ver que, su novio, respiraba agitadamente y se tocaba el costado izquierdo.

      ─Sí, además estoy un poco cansado ─confirmó Gio─ creo que algo frío me vendría muy bien en este momento.

      Se encontraban en la piazza del Colosseo. Donde, se daría término a la marcha, con un gran show artístico, en el gran escenario que se había levantado en una de las salidas de la plaza. Angelo, miró hacia el lugar donde se encontraba su tío Giacomo junto a Enrico. Tomó de la mano a su novio y ambos se acercaron a ellos.

      ─Disculpen la interrupción ─habló, provocando que las miradas de todas las personas que conversaban con sus tíos, posaran su mirada sobre ellos─ Gio está un poco deshidratado, así que iré por algo de beber ¿podrías cuidar de él un momento?

       Gio se ruborizó a causa de la molestia que sintió, pero, decidió no contrariar a Angelo y sonrió forzosamente. Enrico, por su parte, posó una aguda mirada, sobre su sobrino político.

     ─No tardes mucho o cuando vuelvas, Gio podría haber cambiado de opinión sobre su noviazgo... aquí hay muchos interesados ─el comentario sarcástico, fue celebrado por una risa colectiva. Angelo no hizo caso y abandonó el lugar en busca de una soda para Gio.

       El joven Buonarotti, se sintió fuera de lugar, ya que, a los únicos que conocía, era a los familiares de su novio. Todos hablaban sobre la fiesta que se llevaría a cabo en una de las discotecas de ambiente y a la cual asistirían. Su cansancio se acentuó y disimuladamente comenzó a buscar un lugar donde poder descansar. Visualizó uno de los pocos árboles que había en el lugar y fue hasta él para sentarse a la sombra, apoyando su espalda en el tronco, mientras que cerraba los ojos, suspirando.

       ─Mi piace questo posto, per la sua storia affascinante (me gusta esta zona debido a su historia fascinante) ─habló una voz.

    Gio abrió los ojos y se topó con el rostro de Enzo D´Alessio inclinado sobre él. Su estómago se contrajo de miedo y rápidamente, pero con torpeza, se levantó para poder escapar hacia el lugar donde Giacomo y Enrico se encontraban. Pero Enzo, detuvo su huida tomándolo del brazo, obligando a que se detuviera.

       ─¡Suéltame! ─exigió el joven forcejeando.

       ─Tranquilo mio cuore, sólo quiero que me escuches un momento.

      ─¡No! No tenemos nada que hablar ─aclaró el rubio, que en su interior rogaba porque Angelo apareciera.

       Dante, al darse cuenta que a su amigo, la situación se le estaba yendo de las manos, se acercó para convencerlo que de abandonara su intento de acercamiento. Pero, el guardaespaldas de su padre, el que había visto durante el desfile, se acercó por detrás y encañonó disimuladamente la espalda de Enzo.

      ─Suelte al joven inmediatamente ─la orden causó escalofríos en D´Alessio, que al distraerse, soltó a Gio. El joven aprovechó para escapar, corriendo hacia donde Giacomo y Enrico se encontraban. En ese momento Angelo llegó con ambas manos ocupadas por botellas de soda.

      Al ofrecerle una, notó a su novio agitado y tembloroso.

      ─¿Qué pasó, amore? ¿te sientes bien? ─preguntó con preocupación.

      ─¿Pero qué pasó? ─interrumpió Enrico─ cuando te fuiste a descansar... ─el hombre dirigió su mirada al lugar donde, momentos antes Gio reposaba. Todos los ojos se le unieron y presenciaron una fuerte discusión.

                                              ******




      Apenas su amigo fue amenazado, Dante, inmediatamente miró a su guardaespaldas, el cual, sacó su pistola y apuntó a su compañero de armas.

      ─Deja en paz a mi amigo, Bruno ─exigió el joven.
  
       La gente a su alrededor, comenzó a alejarse. Algunos, corrieron por el pánico y ellos siguieron desafiándose, sin importarles el pavor que provocaron sus armas.

      ─Su amigo ha cometido un error grave, el cual debe ser castigado ─explicó Bruno

      ─¿Error? Explícate. Enzo está conmigo y si cometiera un error, sería Carlo quien tiene que ajusticiarlo.

      ─He sido designado para proteger al hijo menor del jefe ─se explicó el hombre─ y su amigo, ha molestado al joven.

     Los Rossetti, junto a Gio se acercaron y comenzaron a escuchar el dialogo.

     ─¿Hijo menor? ─preguntó Dante─ tengo entendido que soy hijo único. Así que ve a otro lado con esa excusa.

     ─Entonces hable con su padre, joven Dante, porque el chico es su hermano y el Don me encomendó mantenerlo seguro.

     Gio se quedó pasmado ante lo que acababa de escuchar. El tenía un padre que conocía su existencia y lo protegía en el anonimato. Miró a Dante. Lo había visto antes. Sabía que era amigo de Enzo y se decía que era hijo de... ¡Per Dio!, pensó, ¡soy hijo de Pietro Mancinni!. Por eso que prometió que nos volveríamos a ver.

       Angelo, por su parte, no acogió bien la noticia. Aceptar a Laura como madre de su novio, lo soportó por su padre. Pero, el saber que Gio es hijo del cabeza de la mafia italiana le hizo temer por un futuro alejamiento del joven. Gio ya no dependería de él y a él le gustaba un Gio dependiente, entregado y sumiso.   
       Lo asustó el rumbo de los acontecimientos y poniendo una excusa, propuso volver a la villa. Giacomo y Enrico lo secundaron. Pero Gio, no fue capaz de mover sus pies. Sus ojos estaban estancados en la figura de su recién descubierto hermano, quien, también lo observaba, recorriendo su cuerpo con una mirada de incredulidad. Sintió vergüenza. Tanto que, bajó su rostro ruborizado e involuntariamente, sus manos apuñaron los costados de la corta falda y una de sus piernas se flexionó. El joven Mancinni sonrió a pesar de las circunstancias. Se acercó al rubio y acarició con los nudillos, el delicado rostro. Sorprendido, Gio levantó la mirada y Dante se vio reflejado en sus casi transparentes ojos azul cielo.

      ─Ciao, bello (hola, hermoso) ─habló Dante, sin poder creer que por primera vez en su vida, estaba elogiando a un hombre por su belleza─ No creo que este sea el momento de hablar, pero te prometo que mañana te buscaré, ¿capisce?

      Gio, incapaz de emitir palabra alguna, asintió con la cabeza y procedió a dar la vuelta. Pero, en un arrebato, volvió a mirar a Dante, se empinó y tímidamente, depositó un suave beso en su mejilla. Luego, caminó hacia donde lo esperaba Angelo, quien, tomándolo de la mano con algo de brusquedad, lo obligó a caminar. Dante frunció el ceño y lo llamó.

       ─Rossetti, è meglio prendersi cura di Gio, o io che mi vedi. Che ora hanno a difenderlo. (Rossetti, más te vale que cuides bien de Gio, o te la verás conmigo. Ahora tiene quien lo defienda)

Angelo, lo miró con enfado, pero asintió y luego siguió caminando.



                           ****************



      Pietro apretaba sus puños para poder controlarse y no perforar con un balazo, la frente del que había osado tocar a Gio. Bruno, había explicado detalladamente cada uno de los hechos y a la vez se había disculpado por haber revelado algo que no le correspondía. Dante, por su parte mantenía sobre él una mirada acusadora y exigente.

       ─Esto no puedo dejarlo pasar así como así, figlio ─advirtió el capo─ tu amigo faltó el respeto a uno de mis hijos y eso se castiga ─decretó el hombre con voz decidida.

       ─Un hermano que yo no sabía que existía ─contraatacó Dante─ y Enzo tampoco sabía que Gio es tu hijo, si cometió una falta, lo hizo sin estar consciente de lo que hacía.

       ─¿Y por eso debo tener misericordia? Puso sus sucias manos sobre Gio y debe pagar

      ─Per favore, pappa. Perdónale y te prometo que personalmente me encargaré que no vuelva a acercarse a mi hermano.

      Bruno, el guardaespaldas asignado a Gio, bufó molesto apretando más fuerte el brazo de Enzo, quien, trataba en vano de liberarse. Pietro miró al joven con interés ya que su hijo Dante no entregaba su amistad a cualquiera. Se levantó y se acercó al joven, lo miró a los ojos e imponiéndose, exigió explicaciones.

     ─Quiero saber el por qué atacaste a Gio

     ─Yo... yo estoy enamorado de él desde hace tiempo.

      ─Eso no te da derecho a obligarlo a aceptar tus acosos ─arremetió Pietro con severidad sin dejar de mirarlo con desprecio. Después, se dirigió nuevamente a su escritorio sin importarle los presentes en su oficina, que esperaban su decisión.

     Enzo se estremeció al sentir nuevamente la mirada del capo sobre él y miró a Dante para sentir su apoyo.

     ─Padre, te prometo que si lo perdonas asumiré mi lugar en la organización y no te defraudaré ─Dante trató de convencer a su padre sin parecer desesperado─ haré lo que me pidas pero deja a mi mejor amigo en paz.

      Pietro observó a su hijo, sintiéndose orgulloso del hombre en el que se había convertido y decidió dar su brazo a torcer.

       ─Considérate afortunado, Enzo ─habló el mafioso─ tu amistad con mi hijo te ha salvado de una muerte lenta y dolorosa ─agregó arrastrando las palabras─ Pero con la condición de que no te vuelvas a acercar a Gio. No quiero saber que lo acosas. Mi hijo está fuera de tu alcance, acaba de comprometerse y yo di mi palabra al padre de Angelo de que esa unión se realizaría.

       Aquella información sorprendió a Dante gratamente. Horas atrás, al enterarse de Gio y su naturaleza, temió que tendría que enfrentarse con su padre por defender a su recién encontrado hermano.

       ─Pero, Don Pietro ─trató de protestar Bruno. El hombre pensaba que el joven debía recibir un escarmiento.

      ─Bruno, escolta al joven D´Alessio a su casa y asegúrate que llegue en buenas condiciones a su destino, ¿capisce?

      ─Como usted ordene Don Pietro ─obedeció el hombre y tomando el brazo de Enzo con un poco más de fuerza─ vamos andando chico ─ordenó sin darle tiempo al joven de despedirse de su amigo.

     ─Creo que merezco una explicación, padre ─exigió Dante apenas Bruno y Enzo salieron del despacho─ ¿Cómo es que tengo un hermano y yo no lo sabía?

     ─Voy a contarte una historia, pero quiero que la escuches sin interrumpirme ─habló el hombre─ Cuando tenía catorce años...

      El capo le relató a su hijo todo, sin dejar detalles fuera. Su despertar sexual, la amenaza de su hermano, el nacimiento de Dante, el posible matrimonio con Laura, el asesinato de su padre y hermano. También le relató sobre su tiempo en el que estuvieron ocultándose y que fueron protegidos por Massimo Rossetti, su amor por él y la decisión de huir a Grecia para escapar de la tentación y planear la venganza que lo llevó a la cima de la mafia. Terminó con el descubrimiento de su nuevo hijo, su romance con Massimo y su próximo matrimonio con Laura.

       ─Aspetta, ¿quieres qué crea que estás enamorado de un hombre?

      ─Sí, figlio y él también me ama, aunque, nuestra relación no será pública.

      ─Y te casarás con Laura ─concluyó Dante con enojo.

       ─Sí, así es.

       ─Si esperas que le demuestre respeto a la mujer que abandonó a mi hermano, tendrás que esperar sentado. Prefiero decirle padrastro a Massimo que madrastra a Ella.

      ─Pero hijo...

     ─Espero que después de esta conversación, hagas todo lo posible para que mi hermano menor viva en esta casa, no lo quiero a merced de ese novio que tiene.

     ─Angelo jamás lo dañaría.

     ─Eso no fue lo vi esta tarde ─respondió el joven que al ver la cara interrogante de su padre aclaró─ Lo tironeó solo por haberme saludado.

     ─Está bien, haré todos los arreglos para que Giovanni viva en esta casa ─prometió el mafioso─ ahora dime, ¿Qué piensas de tu hermano?

     ─Es hermoso, se parece mucho a Laura. Iba vestido de colegiala y la verdad es que parecía una chica, es tierno y se ve inocente e inexperto. Por eso no lo quiero cerca de Rossetti, por lo menos No antes de que se casen ─en esto último fue tajante.

     ─No, viven juntos, aunque no creo que él y su novio hayan ido más allá.

     ─Por eso, si mi hermano se va a casar, lo hará por todo lo alto, por algo será un Mancinni ─declaró Dante a la vez que miró al escritorio de su padre descubriendo un sobre lacrado─ ¿Y eso?

     ─Son las invitaciones para los eventos de la semana de la moda ─respondió Pietro tomando el sobre y abriéndolo─ son cuatro pases diarios, yo usaré dos y te dejo los otros para que vayas con alguien.

     ─Gracias papá, invitaré a Enzo. Espero que recreando su vista con los modelos, lo ayude a olvidar a Gio ─Pietro entrecerró sus ojos con sospecha.

    ─Dante. ¿Tú, sientes algo por Enzo?

    ─¡Cómo se te ocurre papá! Sólo somos amigos, es más lo considero como un hermano. Además no es mi tipo... ─agregó y sin querer el recuerdo de unos ojos verdes atravesaron su mente─ prefiero algo un poco más... delicado ─confesó recordando el esbelto cuerpo del chico que esa tarde se había presentado como Camilo.

     ─¿Hombre o mujer? ─preguntó Pietro con suspicacia

     ─¿Te importaría si fuera ambos? ─preguntó Dante.

     ─No, no me importaría. Siempre y cuando tengas presente tus obligaciones ─advirtió el mayor.

     ─¿Tantas ganas tienes de ser abuelo? ─bromeó el joven─ sabes que aún no me siento preparado para ser padre, menos para casarme.

     ─No te estoy pidiendo que te cases, figlio. Sólo que busques una bella ragazza, te acuestes con ella y la embaraces. Quiero un nieto, Dante y mientras más pronto lo tenga entre mis brazos más pronto te dejaré tranquilo y tendrás libertad para hacer y deshacer hasta que ocupes mi lugar.

     ─¿Tienes a alguien en mente? ─preguntó el joven cauteloso.

     ─No, pero te recomiendo que busque una chica que no tenga medios para pelear una custodia. Ofrece una buena indemnización, una fuerte suma que no podrá rechazar.

     ─¿Dónde crees que podré encontrar una mujer así de mercenaria?

     ─Aprovecha ese desfile de modas, más de una modelo estará encantada de meterse en tu cama ─respondió el mayor con frialdad mientras se levantaba y se acercaba al minibar, de donde sacó una botella de agua mineral la abrió sirvió un poco en una fina copa de cristal de Murano y comenzó a beber. Luego, miró a su hijo y prosiguió─ reservaré una suite a tu nombre en el mismo hotel donde se llevará a cabo el evento, habrá champagne y fresas.

     ─Aspetta, ¿quieres que me acueste sin protección? ¡Pero cómo se te ocurres pappa! ¿Y si la chica tiene alguna enfermedad o...?

     ─Todas las agencias hacen controles rutinarios a sus modelos.

     ─No, no me fío, prefiero seguir tu ejemplo y engendrar con una de nuestras empleadas, tenemos a Concetta, por ejemplo. Es una joven saludable y desde que llegó de Sicilia no se le ha visto con hombre alguno. Los guardias comentan sobre eso, hasta sospechan que es virgen ─agregó Dante convencido.

     ─No es mala idea, Concetta es una buena chica, pero deja claro que no aspire a matrimonio, no sea que se haga ilusiones. Ahora, puedes retirarte, ya es tarde y tengo una cita.

     ─¿Cita? ─Dante levantó una ceja con algo de burla─ ¿desde cuándo Pietro Mancinni tiene citas?

     ─Desde que Massimo Rossetti aceptó ser mío en cuerpo y alma ─contestó el hombre sin dar espacio para que su hijo siguiera sus indagaciones─ Ahora retírate.

     Dante procedió a salir de la oficina, pero el recuerdo repentino de aquel ruso que forzaba al bello y delicado chico que horas antes se había atrevido a hablarle, lo hizo vacilar. Volvió sobre sus pasos y se plantó nuevamente frente a su padre, quien lo miró interrogante.

      ─¿Estás enterado que hay rusos manejando la prostitución en esta ciudad? ─preguntó de improviso sorprendiendo a su padre, quien se levantó al mismo tiempo que profirió una fuerte frase.

      ─¡¿Qué?! ─Pietro con rostro furibundo y golpeando su escritorio, logrando intimidar a su hijo─ ¿Estás seguro de eso?

      ─Por supuesto, pappa ─confirmó el joven─ estaba obligando a un chico muy joven a volver a su trabajo.

      ─¿Qué tan joven? ─preguntó de forma inquisitiva el mayor.

      ─Era un ragazzo de unos quince o dieciséis años, más o menos ─respondió recordando aquella mirada verde que tanto lo había impactado.

      ─¡Luciano! ─gritó de pronto Pietro llamando a uno de sus custodios. El hombre entró inmediatamente.

      ─Mande, Don Pietro ─respondió el imponente hombre de seguridad solícitamente.

      ─¿Que sabes de los rusos que merodean el Coliseo? ─preguntó el hombre sin dar tiempo a que se preparara.

     ─Ehm, ¿rusos? No sabía que habían rusos, Don Pietro ─respondió el hombre─ si usted lo ordena, investigaré inmediatamente.

     ─Hazlo, quiero saber todo lo que hacen, donde tienen su guarida y como lograron instalarse sin ser descubiertos por nosotros. Quiero saber si recibieron ayuda interna de nuestra organización o de de alguna familia que quiera comenzar una guerra de poder. Si descubres los manejos de esos bebedores de Vodka, encárgate de advertirles de que en este país, ningún negocio ilícito se realiza sin estar yo enterado y sin pagar el precio correspondiente y que si no les gusta, pueden llevar sus traseros de vuelta a Siberia. ─Declaró con dureza. Luego, miró a su hijo y le sonrió.

     ─Serás un gran elemento, eres buen observador. Si tú no me hubieras advertido, esos rusos se hubieran paseado a sus anchas.

     ─Pero, padre ¿Qué harás si los que están involucrados son los Tovarich? Sabes que la mafia rusa no se maneja en nuestros términos, ellos no actúan con honor.

    ─Entonces, actuaremos como ellos, mio figlio. Somos sicilianos y por algo somos temidos. ─declaró el hombre─ Ahora ve a hacer tus cosas que yo tengo que reunirme con mi amante.

    ─Como usted ordene, Don Pietro ─bromeó el joven haciendo una venia─ que tenga usted una noche placentera.

     Dante salió de la oficina y se dirigió a sus aposentos. En lo alto de la gran escalera de mármol, se encontró con Laura, quien le dirigió una mirada despreciativa. Él no la tomó en cuenta y prosiguió. Tenía prisa, quería volver a ver a Camilo y ver con sus ojos la forma de vida del chico.

                                     ******


     ─¡Por qué no me dijiste que Gio es hijo de Mancinni! ─Angelo estaba furibundo, su mirada se clavaba en la de su padre retándolo.

     ─Cálmate, figlio ─la voz de Massimo era calmada─ No lo supe hasta hace poco.

     ─Pero no me lo informaste ─reprochó el joven─ ¡Tenía derecho a saberlo!

     ─Tienes razón, pero quería esperar que los acontecimientos siguieran su curso y no sirve que me reproches. ¡Madura de una vez!.

     ─Pero papá...

     ─Pietro, quiere hablar contigo ─soltó el mayor de los Rossetti sorprendiendo a su hijo─ si quieres que Gio esté contigo, deberás cumplir todas las formalidades ─explicó─ Te presentarás ante él y pedirás la mano de Gio.

     ─¡En sus sueños!, no me rebajaré ante ese delincuente de poca monta.

     ─¡Deberás hacerlo! O Gio será alejado de ti y acostúmbrate al nuevo apellido de Gio. Porque de ahora en adelante será Giovanni Mancinni Visconti. Ahora, ve a dejar a tu novio a su departamento y no se te ocurra ingresar al interior. Ahora Gio, está siendo vigilado y Pietro no quiere que lo toques hasta que hables con él. ─Angelo sorprendido, acató las ordenes de su padre y se retiró del despacho silenciosamente.

     Una vez que Massimo se vio solo, se sentó suspirando. Pensando en su cobardía. Sabía que debía haber confesado a su hijo su relación con Pietro, pero el escuchar los insultos que salieron de la boca de Angelo se abstuvo temiendo su reacción. Pensó que su hijo jamás aceptaría su amor por Pietro, pero, eso no significaba que esta vez renunciaría a ser feliz por darle gusto a su caprichoso retoño. Miró la hora y se percató de que aun quedaban tres horas para que Pietro lo recogiera para cenar. Decidió dormir un par de horas, temiendo que esa noche le esperaba un gran agotamiento físico.

                                         ******


       ─¿Qué pasa? ─preguntó Gio preocupado ante el hermético silencio de Angelo. Este manejaba su lamborghini, mirando el espejo retrovisor, pendiente del automóvil que los seguía desde que habían salido de la villa.

      ─Nada ─fue la escueta respuesta que dio el joven Rossetti.

      ─Pero, Angelo.

      ─¡Dije que nada! ¿Estás sordo o qué? ─reprendió enceguecido sin detenerse a pensar las repercusiones de su actuar.

Gio, por su parte guardó silencio tratando de asimilar el actuar de su novio. Angelo nunca había sido tan insensible con él y temía que el descubrimiento de quien era su padre, hubiera dado pie a su reacción. ¿Sería que ser hijo de Pietro Mancinni lo haría indigno del amor de Angelo?. Las dudas se instalaron en su cabeza, mientras observaba de reojo al hombre que amaba.

       ─Ci dispiace, non ho fastidio (disculpa, no quise incomodarte) ─la frase fue acompañada de una caricia en una de las rodillas de Rossetti.

      ─¡Deja! Sto guidando (estoy conduciendo) ─reprochó Angelo nuevamente, lo que provocó que Gio se sobresaltara y que la desesperación se apoderaba de él.

      Lo estoy perdiendo, pensó el chico. Me va a dejar porque soy hijo de un mafioso. Aferró el pequeño bolso donde había guardado el disfraz que había usado en el desfile y se encogió en el asiento del copiloto. Su mente comenzó a vislumbrar a su novio en brazos de otra mujer, mientras que él observaba desde lejos. No quería perderlo, lo amaba demasiado y se preguntaba qué tenía que hacer para poder retenerlo. Arrendersi ad essa, è l'unico modo (entrégate a él, es la única forma), le gritaba su subconsciente. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el automóvil se detuvo y Angelo salió de él y caminó hacia el elevador sin preocuparse de si Gio lo seguía o no.

      Armándose de valor, el joven Buonarotti descendió del Lamborghini y caminó pausadamente hacia donde lo esperaba su novio; quien, miraba con impaciencia las puertas aceradas del elevador y maldiciendo el que el aparato estuviera detenido en el octavo piso. Gio, sin pensarlo dos veces, dejó caer el bolso que portaba y se abrazó a él. Angelo se dio vuelta y respondió el abrazo con pocas ganas, enfocando su mirada en el auto que se había estacionado un poco más atrás del suyo y donde estaba seguro, estaría el guardaespaldas que el mafioso había asignado para su novio. Con fastidio lo alejó, pero Gio insistiendo, se atrevió a empujar un poco más allá la situación, bajando la mano para rosar los genitales de Angelo.

       ─Quédate conmigo esta noche, amore mío. Hazme el amor, quiero ser completamente tuyo ─rogó ansioso el menor

       ─Non posso (no puedo) ─se negó Rossetti─ mañana tengo muchas cosas que hacer ─agregó tratando de apartarse, a la vez que miraba cautelosamente hacia donde sabía que los vigilaban.

      Pero Gio no entendió razones y se atrevió a ir más allá todavía, bajando el cierre del Jeans y tomando la media erección de Angelo

     ─Por favor, te deseo tanto ─rogó el menor

     ─Te estás comportando como una puttana ─sentenció Rossetti, sorprendiendo a su novio mientras éste insistía en seducirlo.

     ─No entiendo por qué me dices eso ─respondió Gio─ eres mi novio y no tiene nada de malo el querer ser tuyo por completo.

     ─¿Quieres ser mío eh? ─contestó Angelo sobrepasado por las circunstancias y por el hecho de estar siendo vigilado, pensando en el imbécil que los observaba a corta distancia y descargó su rabia con quien menos debía─ Pues, se hará como tú quieras ─agregó arrinconando a su novio contra uno de los costados de las puertas del elevador─ ¿Lo quieres así? ¿quieres que todos sepan lo regalado que eres? ¿Quieres que te tome acá? ─agregó para después asaltar la boca de su novio con furia y apretando con fuerza sus brazos, logrando sacar un quejido del chico─ ¿Esto quieres? ¿Quieres que te trate como a todas las zorras fáciles que me he follado? ¿Te conformarás con palabras sucias al oído, mientras que mi pene entra y sale de tu regalado culo? ─agregó mordiendo fuertemente su cuello─ No sabía que tuvieras vocación de cortesana, vaya sorpresa que me has dado ─siguió reprochando mientras con brusquedad succionaba y mordía el cuello de su joven novio sin darle chance a rechazar sus brutos avances.

       Gio comenzó a asustarse. Desconocía al hombre que en ese momento lo violentaba, se sentía sobrepasado y comenzó a resistirse, pero pese a sus esfuerzos por alejar a su novio, no podía contra la fuerza superior de éste. Sintió las manos de Angelo bajo su camisa, atacando fuertemente sus pezones y profirió un agudo quejido.

       ─Por favor, Angelo. Así no. No de esta forma, por favor suéltame ─habló mientras que sus ojos derramaban lágrimas de impotencia.

      Pero de pronto, su cuerpo fue liberado por el mismo hombre que, durante la tarde, le había protegido de Enzo.

       ─Joven estúpido. No sigas tentando tu suerte ─hablaba Bruno, mientras sujetaba fuertemente de los hombres al joven Rossetti─ suba a su auto y márchese inmediatamente de aquí o desobedeceré mis órdenes y lo liquidaré.

       Angelo reaccionó, saliendo del trance en el que estaba y sus ojos se posaron sobre el lloroso rostro de Gio y su mente se aclaró.

    ─Dio ¿que he hecho? ─habló mientras se acercaba a su novio para disculparse─ perdóname por favor, amore, No sé que me pasó, yo...

    ─Vete por favor, Angelo ─respondió Gio alejándose de él con algo de miedo,

    ─Retírese Rossetti ─ordenó nuevamente el hombre de seguridad─ yo me haré cargo del joven, es mi responsabilidad...

    ─No puedo, tengo que hablar con él...

    ─Váyase ─insistió el hombre, ahora más comprensivo─ mañana será otro día y el joven Gio y usted podrán hablar con tranquilidad,

     ─¿Hablarás conmigo? ─preguntó Rossetti a su novio y Gio asistió con la mirada ya que su cuerpo temblaba como gelatina y no creía poder pronunciar palabra alguna─ Está bien entonces. A Domani (hasta mañana) ─se despidió y se dirigió a su auto. Lo encendió y salió rumbo a su casa.

      Bruno, tomó del codo al joven y lo guió hacia su vehículo sin informarle su destino, le instó a sentarse atrás y se ubicó detrás del volante.

      ─¿A dónde me lleva? ─preguntó el joven con curiosidad y nerviosismo.

     ─No tema, joven. Conmigo está seguro ─habló el hombre para calmarlo─ Soy Bruno, su guardaespaldas y ahora nos dirigimos a la casa de su padre ─explicó

     ─Pero no es necesario ─el joven trató de negarse

     ─¿No se percató de todos los ojos curiosos que presenciaron cómo su novio lo trató? No podrá seguir viviendo aquí después de esto. Su reputación se verá afectada.

     ─¿Reputación? ─bufó el joven─ no soy una chica que tiene que cuidar su castidad...

     ─Pero es hijo de Pietro Mancinni y cualquiera que ataque a un Mancinni debe ser asesinado ¿capisce? No puede seguir viviendo aquí y perdonar a su novio a la vez. Deberá trasladarse si quiere seguir esa relación. ¿capisce?

      El joven asintió, comprendiendo. Su vida estaba dando un giro de trescientos sesenta grados y no le estaban dando opción de elegir. Mientras se dirigían hacia su destino, observaba al hombre que conducía, a través del retrovisor. El hombre tenía rasgos duros pero hermosos, su piel tenía un color bronceado, como si estuviera acostumbrado a estar siempre en el sol. Se preguntó si el hombre era casado, ya que de ser soltero, tendría problemas con Angelo. Al pensar nuevamente en su novio, pensó que no lo podía culpar ya que él había sido el que propició la situación. Al recordar el bochornoso momento, se culpó. Realmente actué como una regalada puta, pensó culpándose.

       Momentos después, el auto enfiló a través de una alta reja de hierro forjado, que era vigilada por dos hombres fuertemente armados y que saludaron a Bruno. Después de lo que a Gio le pareció una eternidad, se detuvieron frente a las escalinatas que daban a la entrada de una gran mansión, en donde también, había hombres armados. Bruno lo ayudó a descender del coche y él inconscientemente dejó que su mirada vagara a su alrededor. Un poco más allá de donde estaban, caminaban dos hombres, los cuales paseaban dos perros de raza Rottweiler. Un poco más allá, en las alturas de los muros, caminaban vigilantes, también armados. Aquello intimidó al joven pero Bruno lo tranquilizó, aclarándole que nadie le haría daño.

       El mayordomo los recibió sorprendido, no pensaba que el joven sería trasladado tan pronto a la mansión y no había recibido órdenes de preparar una habitación para el joven hijo del Don. Sugirió que éste esperara al jefe en el despacho ya que Pietro había salido a una cita, pero que no tardaría mucho. La vos fría de Laura de dejó escuchar desde lo alto.

      ─Buenas noches Giovanni ─la mujer de forma altiva lo miraba con frialdad─ ¿Qué haces aquí? ─preguntó

     ─Eso no la incumbe ─respondió el chico con fastidio. Aquella mujer, había abandonado a su suegro por irse a vivir con otro, era una descarada, luego miró al mayordomo─ si gusta puede guiarme al despacho del señor.

      La mujer bufó y regresó a sus aposentos, los cuales se habían vuelto una prisión de la cual solamente salía para trabajar.



                                          ******


        Angelo estacionó su auto frente a la entrada, dejando las llaves puestas, sabiendo que uno de los empleados se encargaría de guardarlo en el garaje. Iba tan ofuscado que no se percató de la limusina estacionada. Subió de dos en dos las escalinatas de la entrada y se dirigió apresuradamente al despacho de su padre. Le urgía hablar con él, tenía que contarle lo que había pasado y pedirle ayuda. Abrió la puerta y se quedó paralizado. Su padre, se encontraba sobre su escritorio, con Pietro Mancinni restregándose sobre él. Ambos hombres emitían gruñidos de placer, mientras se besaban con pasión. El joven, no quiso interrumpir, temiendo las posibles represarías del mafioso. Fue cerrando la puerta, lo más despacio posible, pero se detuvo cuando escuchó la voz de su padre.

       ─Te amo, Pietro

     El cuerpo del joven se tensó, aferrando el pomo de la puerta, en espera de la respuesta de Mancinni, temiendo que fuera distinta.

       ─Yo te amo aún más, Massimo. Estas horas sin ti han sido un infierno, no sabes cuánto deseaba tenerte nuevamente entre mis brazos.

      Angelo, se quedó congelado en el lugar con la puerta a medio cerrar, escuchando el intercambio de palabras.

       ─¿Se lo dijiste? ─escuchó que decía el mafioso─ ¿le confesaste a tu hijo sobre lo nuestro?

      ─Traté, pero no pude ─reconoció su padre─ estaba tan enfurecido al enterarse de que eres el padre de Gio, que no tuve valor.

      ─Debes decirle la verdad ─exigió Mancinni─ No quiero medir mis afectos enfrente de tu familia, amore. No sería justo.

     ─Te prometo que lo haré, pero dame tiempo ¿sí?

      Angelo se alejó del lugar, caminando sin poder parpadear. ¿Qué más secretos tendría su padre? ¿Por qué no le había dicho que también amaba a un hombre? ¿Lo sabrían todos, menos él? Quiso averiguarlo y se dirigió a los aposentos de su tío Giacomo. De ahí no saldría hasta saber toda la verdad.


                                                    ************












                                                                Camilo Zorzetto


4 comentarios:

  1. Me encanta como escribes, con cada actualización me sorprendes y me gusta mas. Todas tu historias me gustan pero esta en especial. Gio me encanta es adorable. Estaré esperando la próxima actualización haber que pasa con Angelo.
    Gracias por hacernos disfrutar con tus historias.

    ResponderEliminar
  2. muchísimas gracias por esta increíble historia tienes un increíble talento, y gracias por darnos el places de leerlas.

    ResponderEliminar
  3. lo prometido es deuda...y aqui estoy...me lo relei de nuevo, ya sabes memoria pez jeje, y asido todo un placer...si me gusto la primera vez esta me ha gustado mas. Besos y cuidate muchoooooooooooooo

    ResponderEliminar
  4. Espero que Dnte vaya en busca de Camilo ,parece que no lo puede olvidar .

    Angelo se ha portado muy mal con el pobre Gio . Espero que este no sea su final .

    Un capi muy inteso .. muchas gracias me encanta!!

    ResponderEliminar