Argumento

Giovanni Buonarotti es un chico que vivió toda su vida en un orfanato y que al estar a punto de cumplir la mayoria de edad debe egresar. El es el hijo bastardo de una mujer que pertenece a la alta sociedad Laura Visconti y que fue repudiado al nacer por las causas dolorosas que produjeron su procreaciòn...Una violación.

Angelo Rossetti es uno de los solteros más codiciados de Roma, hijo de un empresario multimillonario y mejor amigo de Francesco Visconti (sobrino de Laura y por consiguiente primo de Giovanni).

Un encuentro y dos miradas que quedan prendadas la una de la otra hacen que el joven Giovanni descubra el origen de su nacimiento y que el causante de su repudio (su abuelo) se arrepienta de haberlo hecho.


Angelo, Gio y Bruno

Dante y Camilo / Pietro y Massimo

Fabio y Enzo/ personajes secundarios

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miércoles, 8 de febrero de 2012

Capítulo 15: Soñando con un futuro

Capítulo 15: Soñando con un futuro



     “Si bebo otra más, vomitaré”, pensó Camilo a medida que terminaba la octava copita de amaretto que le había invitado el cliente que estaba atendiendo. Se sentía mareado. El licor almendrado y el humo del cigarrillo que fumaba su acompañante, habían formado un fuerte equipo en contra de su lucidez. El obeso hombre que atendía, acariciaba de vez en cuando sus desnudas piernas y él se obligaba a no demostrar cuanto le repugnaba desviando la mirada hacia el pequeño escenario, donde bailaba uno de los chicos. Sus ojos se aguaron al pensar en el hombre que había prometido cuidarlo y que aún no daba señales de vida. ¿Se habría arrepentido de sus palabras? ¿Habría llegado a la conclusión de que él era muy poca cosa?
     Su mano subió inconscientemente hacia su cuello y acarició con rudeza el collar de cuero que Boris le había puesto la noche anterior después de someterlo a un cruel beso. A eso se habían unido esas crueles palabras que hubiera preferido nunca escuchar “este collar te marca como mío”.

    ―Ve a prepararte, Camilo ―la voz del barman lo sacó de su letargo y él lo miró con gesto interrogante― recuerda que hoy reemplazas al colombiano y tienes que subir al escenario a mover ese lindo cuerpo ―explicó el hombre de forma coqueta.

Hizo ademán de levantarse, pero su cliente trató de impedírselo.

   ―De aquí no te mueves, muchacho ―el hombre le agarró el brazo fuertemente, haciéndole sentir dolor y lamentó que más tarde luciría un lindo hematoma gracias al mal nacido― He pagado bastantes euros por tu compañía ―agregó el cliente con mirada amenazante.

   ―Señor, le prometo que volveré... ―respondió Camilo, temiendo que el hombre lo golpeara― sólo voy a bailar y regresaré apenas termine...

   Boris Kozlov observaba la escena desde su oficina. Los clientes, apenas alcanzaban a darse cuenta de que eran analizados tras del oscuro cristal y creían que podían hacer lo que se les diera la gana con los chicos que trabajaban en su burdel. Salió rápidamente de su despacho, y se dirigió hacia donde estaba Camilo. El chico estaba siendo tocado por el hombre que había comprado su compañía y aquello no le gustó. No era bueno para su negocio. Si el hombre quería tocarlo, debía pagar por ese derecho.

   ―¿Qué sucede aquí? ―preguntó con su marcado acento y fijó su fría mirada de acero sobre el obeso hombre que retenía del brazo a su chico favorito.

  ―He pagado por la compañía del ragazzo y me dice que tiene que ausentarse para ir a bailar ―explicó el hombre arrastrando las palabras a causa de su embriaguez.

  ―Es su turno de subir al escenario ―Boris trató de ser amable ya que el hombre era uno de los mejores clientes del burdel― Si gusta, la casa le invita una copa mientras espera por él ¿Qué me dice, acepta?

  ―Bene, espero que no demore mucho y que valga la pena. Aunque, pensándolo bien, me gustaría verlo totalmente desnudo ¿Cuanto valdría eso? ―preguntó con brillo enfervorecido en sus ojos lujuriosos.

  ―El baile erótico vale cincuenta euros, a menos que usted quiera algo especial... como por ejemplo, si quiere ver al chico jugando con dildos o con bolas chinas...

  ―Verlo jugar con un consolador, sería muy interesante, especialmente con uno de esos que brillan en la oscuridad. Sería un bonito espectáculo ver desaparecer la luz en ese hermoso culo ―el hombre se lamió los labios al imaginarse la escena.

  ―Por ese espectáculo serían ochenta euros... por adelantado ―informó el ruso y esperó a que el obeso hombre sacara su abultada billetera y pagara el importe. Ya con el dinero en su mano, miró a Camilo― Ve a prepararte, en mi oficina hay lubricante y tengo juguetes nuevos para que nos des un buen espectáculo, sígueme ―luego miró al cliente― Si nos permite...

  ―Oh, por supuesto ―se frotó las manos― lo esperaré con ansias.

   Camilo caminó delante de su jefe en dirección a la oficina, el ruso lo alcanzó y le dio la orden de esperar en los vestidores por los insumos. Al entrar, sus compañeros le miraron con algo de reserva. Sabía que muchos de ellos, no le estimaban por que tenían interés en el jefe y nunca habían sido tomados en cuenta. Además, el beso que Boris le había dado la noche anterior, había provocado que ese antagonismo creciera aún más. Fue hacia su casillero ignorando las miradas y palabrotas que algunos le regalaron con respecto a su collar y comenzó a desvestirse. Para bailar eligió un boxer de cuero que se ajustaba a su esbelto cuerpo y luego, comenzó a hidratar su piel con aceite para bebé. El ingreso del ruso a los vestidores provocó que todos guardaran silencio.

   ―Todos fuera ―ordenó Kozlov con la mirada fija en el cuerpo de Camilo― ¡Ahora! ―todos los jóvenes salieron rápidamente y el ruso se acercó a su chico favorito, lamiéndose los labios― Te ayudaré a prepararte ―informó con una sonrisa seductora.

   Camilo se estremeció. Ser besado no era lo mismo que tener esas manos recorriendo su cuerpo ni los dedos en su interior.

  ―No es necesario ―trató de negarse sin provocar que su jefe se sintiera ofendido― puedo hacerlo sólo.

  ―Insisto en ayudarte ―el hombre lo arrinconó contra el casillero― además, me será muy satisfactorio.

   El beso no demoró en llegar y el menor cerró los ojos para evadirse de la realidad, como lo hacia cada vez que vendía su cuerpo. El alcohol que había bebido era de gran ayuda, aunque no suficiente. La fuerte mano del hombre apretando su cara lo obligó a responder. Lo hizo de forma mecánica pensando en el beso que Dante le había dado y que lo había tenido esperanzado toda esa semana. ¿Tenía que rendirse?. Las manos bajando su escasa vestimenta y los labios explorando su estilizado cuello, le hicieron sentirse un cobarde al preguntarse qué diferencia habría, si se decidía por uno o por el otro. Boris lo quería para explotarlo y luego le encerraría en su casa junto a su esposa e hijo para calentar su cama como una concubina sumisa. ¿Dante querría lo mismo? No sabía nada de él, podría ser casado o estar comprometido con una buena chica siciliana ¿Que pintaría él en su vida si así fuera?.
   Los dedos de Boris en su interior, le preparaban para que el consolador de tamaño normal, ingresara en su esfinter sin lastimar su interior. El ruso le miraba a los ojos, tratando de dilucidar sus pensamientos.

   ―Abre tus piernas para mí, dorogaya moya (mi querido) ―ordenó con voz sensual. Camilo le obedeció de forma mecánica e introdujo poco a poco el aparato para que su chico estuviera dilatado a la hora del show― Ya estás listo ―sentenció sacando el consolador y se lo entregó después de limpiarlo― haz un buen espectáculo y quizá te permita tomarte un par de días libres ¿te gustaría? Podríamos ir a cenar...

  ―No creo que sea buena idea... ―se negó el menor― Por lo menos, no mientras no termine de pagar mi deuda.

  ―Tienes razón... los negocios primero ―el ruso dijo con amargura acariciando la suave piel de su rostro con una ternura que sorprendió a Camilo― Ahora ve y haz tu trabajo ―lo miró por última vez a los ojos y le besó brevemente para después salir del vestidor.

Camilo inspiró cerrando los ojos buscando el valor para poder salir a escena. La voz del Dj anunciando su actuación, le hizo estremecer. Con el juguete de placer envuelto en un pañuelo de seda, subió los dos escalones que lo separaban del escenario y salió hacia el exterior. Las luces cayeron sobre él mientras depositaba el consolador en una improvisada mesa y avanzó con paso vacilante hacia el centro del pequeño escenario. Se apoyó en la barra de acero y esperó a que la música comenzara.



                                                               *************


     La espera se estaba haciendo eterna para los hombres. Se sentían incómodos recluidos dentro de los vehículos, mirando el deambular de prostitutas, chaperos y microtraficantes que de vez en cuando observaban y se acercaban con curiosidad a los cuatro elegantes vehículos, ofreciendo sus servicios y/o productos. Una mujerzuela queriendo probar suerte, se arrimó al primer automóvil y golpeó una de las ventanillas. El vidrio bajó y unos fríos ojos negros la miraron con crueldad.

   ―Lárgate ―la mujer no lo pensó dos veces y se alejó. Domenico la observó hasta que la sombra de su silueta se perdió en la esquina de la calle. Luego, sonrió y miró a sus hombres― Juro que a la próxima ramera que se acerque, me la follaré encima del capó y yo seré el que le cobre por darle el mejor polvo de su vida ―sus compañeros rieron a causa de la broma, pero callaron inmediatamente cuando vieron el automóvil del joven sottocapo y su escolta estacionarse delante de ellos― Salgan todos del auto ―ordenó a través del transmisor y por el retrovisor, se aseguró que las puertas de los vehículos se abrieran. Luego, abrió la guantera y extrajo del interior, la Makarov que su jefe había utilizado para asesinar al policía y sus cómplices. Sonrió al saber que ese ruso no tendría escapatoria y admiró la estrategia de su jefe. Las huellas que habían sacado del vaso del ruso, justo en el momento en que la noche anterior había besado al joven Zorzetto, ahora estaban cómodamente impresas en el arma. El Cd con la grabación del sexo grupal de los hombres, también fue extraído del compartimento. Salió del vehículo y se acercó a su jefe para recibir las últimas órdenes.

  Dante se vio rodeado por dieciséis de sus mejores hombres. Todos muy bien entrenados en campos paramilitares especializados. Los miró sintiéndose orgulloso de ellos y se dispuso a dar las últimas      instrucciones.

   ―Commilitone (compañeros de armas) Entraremos a ese burdel para dejarle claro a ese ruso, que nadie puede venir a lucrarse sin pagar el tributo que le corresponde a la famiglia y a recuperar lo que me pertenece ―los hombres lo escuchaban atentos― Nuestra intención no es iniciar una guerra de mafias, pero sí dejarles claro que no pueden venir a nuestra tierra sin respetar nuestra jerarquía. Todos entraremos ahí, para asegurarnos de que Kozlov entienda el mensaje y que no tenga opción de negarse a entregarme lo que vengo a buscar ¿capisce?

―Si, signore ―respondieron todos al unísono.

―Domenico...

―¿Signore?...

―Tu irás a hablar con la madre de Camilo. Le dirás que él no volverá por estos barrios y que está invitada a acompañarlo. La llevarás a mi departamento ¿capisce?

―Entendido, jefe ―respondió el hombre, satisfecho con la orden recibida― Aquí tiene las cosas que necesita ―agregó entregándole el Cd y el arma envuelta en un pañuelo― Nos vemos, jefe ―el hombre tomó uno de los autos y se marchó en busca de la mujer de su mejor amigo.
―Rafael ―el hombre al escuchar su nombre dio un paso al frente― Tu trabajo será encontrar la forma de ingresar a la oficina del ruso y esconder esto ―le entregó la pistola y el Cd― Asegúrate de no dejar tus huellas o no servirá de nada tanto trabajo ¿capisce?

―Entendido, jefe ―el hombre recibió los objetos con sus manos enguantadas y los guardó dentro de su gabardina.

    Dante paseó su mirada por todo los hombres y sonrió con crueldad.

―Es hora.

     Caminó con paso decidido y fue seguido por sus soldatis. Ingresó al decadente lugar siendo recibido por el olor viciado de cigarrillos y alcohol. Sus ojos recorrieron el lugar en busca del chico al cual se había prometido sacar de ese ambiente, pero no lo vio por ninguna parte. La mirada de todos los presentes estaban centradas en una tarima que simulaba un escenario, donde bailaba un joven que hacia piruetas en la barra de acero. El chico, de espaldas al público, se bajó el ajustado boxer que vestía quedando completamente desnudo adornado solamente con un negro collar de cuero alrededor de su cuello. El joven, de una pequeña mesa tomó lo que a él le pareció un falo luminoso. Levantó una pierna, la apoyó en el rudimentario mueble y cuando la voz de Freddy Mercury cantó la frase The show must go on, el juguete sexual fue recorriendo la pierna, acariciándola lentamente. Las luces bajaron de intensidad y el chico se enderezó, de forma ondulada movió sus caderas y luego volteó. El mundo de Dante se detuvo al ver el rostro de Camilo.

       Boris Kozlov observó al joven capo ingresar a su local y sonrió pensando en la insensatez del muchacho ¿Creía que por ser un Mancinni, le entregaría a Camilo en bandeja de plata?. Debía ser muy valiente para atreverse a entrar en su territorio sin... Su sonrisa se congeló y su alarma interior se activó cuando vio que momentos después, un gran número de hombres armados entraban detrás de su rival.

    Camilo quedó congelado en el lugar. A pesar de que lo intentó, sus extremidades no le respondían. ¿Porqué tuvo aparecer justo en ese momento?,pensó. Su respiración se agitó amenazando con un ataque de pánico. Cerró los ojos por un momento para encontrar algo de serenidad, pero al abrirlos, la realidad volvió a golpearlo con crueldad.

Dante frente a él.

Dante recorriendo su cuerpo desnudo con la mirada cargada de reproche.

   Con resignación, se obligó a proseguir con su baile. Esta vez, con los ojos fijos en su alma gemela, resignado a que quizá en esta vida, la oportunidad de estar juntos se había ido al carajo. El momento de usar el juguete había llegado. Enredó una de sus piernas en la barra dejando su rosada entrada a la vista de los espectadores.
   Sus ojos chocaron una vez más con los de Dante, esperando una reacción. Pero al ver que el hombre no hacía nada, decidió terminar con su acto de humillación. Fue guiando el consolador hacia su ano; Pero, los ojos de Dante se abrieron conmocionados ante lo que se venía y le gritó por sobre el volumen de la música que abandonara el escenario. Al fin pudo respirar tranquilo. Su alma gemela había acudido en su rescate.Abandonó el escenario entre los abucheos de los hombres que se habían quedado con ganas de ver más, sin importarle que aquello podría traerle consecuencias con su jefe.





                                                     ***************







Whatever happens, I´ll leave it all to chance       Cualquier cosa que pase, lo dejaré al destino
Another heartache, another failed romance        Otro dolor de cabeza, otro romance fallido
On and on,                                                       Sigue y sigue
does anybody know what we are living for?     ¿alguien sabe para qué estamos viviendo?
I guess I'm learning                                           Creo que estoy aprendiendo
I must be warmer now                                       Debo ser más cálido ahora
I'll soon be turning round the corner                  Pronto torceré la esquina
Now outside the dawn in breaking                     Ahora afuera el amanecer se está deshaciendo
But inside in the dark I'm aching to be free         Pero en la oscuridad del interior, sufro para ser libre
The show must go on                                          El espectáculo debe continuar
The show must go on, yeah yeah                          El espectáculo debe continuar, yeah
Ooh, inside my heart is breaking Ooh,                  en mi interior mi corazón se está rompiendo
My make - up may be flaking                               Mi maquillaje puede estar desconchándose
But my smile still stays on                                     Pero mi sonrisa todavía sigue


                                                The show must go on – Queen

     
  
       Dante escuchó y tradujo mentalmente cada frase mientras observaba el hermoso cuerpo de Camilo contonearse con sensualidad al ritmo de la música. Estaba estupefacto. Enojado consigo mismo por haber tardado tanto en ir a buscarlo y haber arriesgado a su chico a tal acto de humillación. Cuando el joven terminó de bailar y se retiró, dirigió una fría mirada hacia donde estaba Kozlov. Hubiera dado todo por acabar con la vida del maldito cosaco en ese mismo momento por atreverse a marcar a Camilo con ese collar como si fuera un perro. Si el hijo de puta creía que esa simple banda de cuero le alejaría del ragazzo, estaba muy equivocado. Decidido a cortar por lo sano, caminó hacia el ruso con Carlo y Renzo pegados a su espalda. Kozlov mantuvo altiva la mirada sin amedrentarse y esperó a que el siciliano estuviera a un palmo de narices.

     ―Volvemos a vernos, signore Mancinni ―las arrastradas palabras salieron con la intención de hacerle entender al italiano, que sabía de su identidad y que eso no le amedrentaba.

   Dante lo miró con una mezcla de frialdad e indiferencia.

     ―Buona notte ―saludó el joven sottocapo tratando de controlarse. Su padre había autorizado la operación con tal de que se comportara de forma decente y no entrara al burdel disparando a diestra y siniestra como si fuera un maldito camorrista― ¿Cuanto por hablar en privado con Camilo? ―preguntó sin rodeos.

Boris le miró con insolente rebeldía.

    ―Él ya no hace servicios privados ―informó sin amedrentarse aunque, sus hombres de seguridad no podrían hacer nada para salvarlo si el cabrón siciliano perdía la paciencia.

    ―Insisto Kozlov. Quiero hablar con Camilo en este momento... ―exigió nuevamente― O me veré en la obligación de ordenar a mis hombres que destruyan este cuchitril ―advirtió.

    Boris dudó por algunos momentos mientras que recorría el lugar con la mirada. La mayoría de los chicos, habían notado que no todo estaba bien y se habían alejado hacia el otro extremo del local.

   ―Cincuenta euros la media hora y es por esa puerta ―sintiéndose momentáneamente derrotado, indicó la entrada que daba a los vestidores― no tardes mucho, tiene un cliente esperándolo ―informó y con la mirada indicó al obeso hombre que esperaba al chico.

   Dante observó al más que robusto hombre por unos instantes y sonrió con ironía al verlo tambalearse a causa de la embriaguez.

  ―Tendrá que seguir esperando ―respondió y caminó hacia la puerta indicada― Carlo... dale los cincuenta, vigila que nadie entre por esta puerta y que los demás no se distraigan con nada.

  ―Entendido, jefe ―respondió el custodio mientras el joven sottocapo desaparecía tras la puerta del vestidor.


                                                                      *****



     Gio apretó el auricular con fuerza al escuchar la voz de Angelo, lamentando el no poder estar frente a él y poder tocarlo. Por fin había sido autorizado para hablar con él ¿O había sido al revés? El castigo impuesto a su novio, también lo había sufrido él. Esa fue su bienvenida a la familia.

   ―¿Estás bien, amore? ―la pregunta casi le hizo llorar.

   ―Sí ―respondió casi con devoción― aproveché que el señor... digo, mi padre salió para avisarte que mañana puedes venir a visitarme ―informó― ¿vendrás?

   ―¡Por supuesto que iré! ¿Qué pensabas? ―Angelo temblaba de anhelo. Esa semana había sido un martirio. La ausencia de su novio en la empresa y la certeza de que ya no lo encontraría en la Via Frattina, había hecho que la espera fuera realmente tormentosa. La culpa por haber lastimado a su pequeño amor, le había hecho ganar las primeras noches de insomnio de su vida― Gia... ―acudió al nombre especial que usaban en sus ratos de intimidad― Perdóname, amor... por favor, sé es que difícil. Yo mismo aún no me perdono por haberte dañado. No lo merecías... fui un imbécil...

   ―Angelo... mañana hablaremos sobre eso ¿está bien? ―Gio trató de dar un poco de paz al tormento de su novio― Te he extrañado...

   ―Yo también, amore y mucho ¿Que has hecho en estos días? ―preguntó el joven Rossetti, quería saber cada una de las actividades de su amor y como era su nueva vida como un Mancinni.

    ―Verás... he estado tomando clases de defensa personal, me han dado un arma y estoy aprendiendo a disparar... ―del otro lado, Angelo cerraba los ojos tratando de evocar la imagen de su novio con un kimono― el maestro de tiro me felicitó por tener buena puntería... ―siguió relatando― Dice que donde pongo el ojo, pongo la bala. Ahora estoy aprendiendo a disparar a larga distancia... ―vaciló cuando recordó las sensaciones que se apoderaron de su cuerpo, en el momento que sintió la respiración de Bruno en su oreja mientras le enseñaba a utilizar la mira telescópica del rifle de largo alcance― Eso sí, eso de ser francotirador no es lo mío.

    ―Esa vida no es para tí, amore... deberías estar como Enrico....

    ―Sí, pero no lo estoy... Ahora esta es mi nueva realidad y tienes que aceptarla, Angelo.

   ―Me es difícil hacerlo, mio caro ―aceptó el mayor― ¿Te han tratado bien?

    ―¡Por supuesto! Dante me trata como si fuera una figura de cristal y los hombres no se atreven a mirarme directamente o si no, Bruno les da una paliza...

   ―¿Quién... es... Bruno? ―la voz de Angelo cambio de tono al sentir el entusiasmo de su novio al nombrar al hombre.

   ―Mi guardaespaldas  ―confesó el menor con más entusiasmo del acostumbrado― es el mismo de aquella noche.

    Angelo trató de hacer memoria y recordó a aquel hombre apuesto y misterioso que casi mata a D´Alessio por abordar a Gio durante el pasado desfile del orgullo gay. No sabía porqué, pero temió que ese hombre le daría muchos dolores de cabeza en el futuro.

    ―Amor tengo que colgar, pero mañana a primera hora estaré por allá.

    ―Que sea después de mediodía ―aconsejó el menor― mi padre se casará con esa mujer a las diez...

    ―¿Con cual mujer? ―preguntó Rossetti queriendo hacerse el desentendido. No quería que su novio se enterara de que él sabía desde hace mucho tiempo quien era su verdadera madre.

   ―Laura ―la seca respuesta retumbó en los oídos de Angelo― La muy imbécil jura que mi padre la ama. Si supiera la verdad...

   ―¿Cual verdad? ―preguntó nuevamente el joven Rossetti.

    ―Que mi padre está enamorado del tuyo ―se atrevió a confesar el joven― ¿Lo sabías? ―interrogó.

   ―Sí, aunque no estoy de acuerdo. Mi padre no se está dando su lugar al permitir ser relegado a simple amante.

    ―Estoy de acuerdo contigo; aunque, pienso que eso es algo de ellos y nosotros no podemos opinar ―debatió el más joven

    ― Tienes razón, amore. Mañana seguimos hablando ¿bene? ―Angelo cortó la conversación para no acabar discutiendo con su novio por culpa de sus padres― contaré las horas para poder volver a tenerte en mis brazos.

   ―Yo también... yo también ―respondió Gio casi sin aliento al imaginarse todas las cosas que harían ya que deseaba celebrar su reconciliación entre las sábanas.

A domani, amore.

    Gio dejó el teléfono en su sitio y luego se dispuso a dormir con la idea de que por fin estaba encontrando la completa felicidad. Tenia un padre, un hermano que lo adoraba y un novio que lo amaba. La imagen de Bruno se cruzó en su mente, pero se obligó a ignorarla.


                                                          *******************



       Dante ingresó a los vestidores y cerró la puerta. Recorrió el lugar con una fría mirada haciendo una mueca de disgusto al ver la fea decoración del lugar. Buscó a Camilo y lo encontró al final de la habitación, abrochándose unos ajustados pantalones blancos que no le gustaron para nada. Carraspeó para llamar la atención del muchacho y éste lo miró con algo de vergüenza.

―Disculpa el retraso, mio caro ―habló el sottocapo para romper el incómodo silencio.

―¿Retraso? ―preguntó el joven algo confundido― No entiendo... ―Camilo avanzó hasta el centro de la habitación y se detuvo bajo la luz de un foco― ¿Viniste a buscarme? ―preguntó esperanzado.

Mancinni contempló la belleza casi etérea del muchacho; la esbelta silueta iluminada por la luz del foco que colgaba del techo, el brillante cabello cayendo en flequillos alrededor de su rostro, la curva de sus labios y el hermoso cuello. Sus ojos se detuvieron en la banda de cuero que lo rodeaba y le molestó entender lo que significaba al ver la letra K en el centro. Una rabia visceral se apoderó de él, pero trató de disimular para no asustar a su futuro amante. Con dos grandes pasos acortó la distancia que lo separaba del joven y tomó su rostro con las manos para que sus miradas se encontraran. Necesitaba saber que la respuesta de Camilo fuera sincera y que mejor que mirar sus ojos para saber la verdad.

―Sí, Camilo. He venido por ti. ―respondió el joven mafioso― Pero es muy importante para mí saber si tú quieres venir conmigo ―agregó― ¿Que me dices, caro? ¿Dejarías este sucio lugar y serías mío?

    El muchacho se quedó estupefacto ya que no se imaginaba tal proposición. Menos después de lo sucedido en el escenario.

―¿Tuyo?... pero...

―¿Qué pasa, Camilo? ―Dante previó las dudas del muchacho― Te aseguro que no seré como Koslov. Yo te protegeré y te prometo que el que se atreva a hacerte daño, lo pagará con su vida. Te daré todo lo que deseas, podrás estudiar y te llevaré a visitar a tu padre las veces que tu quieras. Tu madre vivirá contigo en mi departamento...

―¿Y tú? ―preguntó el menor interrumpiendo el monólogo del joven mafioso― ¿Dónde vivirás tú?

―Nos veremos todos los días, después de mis obligaciones. Pero, no podré quedarme a pasar las noches. Mi padre me exige que duerma en casa por seguridad...

―Entiendo... Pero, tengo una duda... me gustaría saber si tendré problemas con tu novia o esposa...

    Dante dejó salir una carcajada mientras lo abrazaba.

―¡No! Te aseguro que no hay nadie en mi vida... puedo asegurarte que si aceptas, mientras estemos juntos, tú serás el único.

   Camilo sonrió con el rostro pegado al fuerte pecho de Mancinni y se abrazó a él, como un náufrago a un trozo de madera. Ambos se quedaron abrazados por unos momentos. Luego se separaron y se miraron a los ojos.

    ―¿Qué le dirás a Boris? ―el menor, preocupado por los futuros acontecimientos, preguntó con algo de temor.

    ―Nada, sólo me limitaré a comprar tu deuda y si sabe lo que le conviene, no podrá negarse a dejarte ir.

     Camilo escuchó embelesado al hombre frente a él. Quería que todo fuera verdad, que Boris le dejara marchar sin oponerse a nada. Inconscientemente, su mano derecha subió hasta su cuello y acarició el collar pensando que las llaves que abrían la cerradura, estaban en manos del ruso. Dante, siguió el movimiento de la extremidad y frunció el ceño, molesto al saber que los pensamientos del chico se concentraban en aquella ridícula banda de cuero. El joven con algo de valentía, enfrentó la fría mirada.

     ―Él dijo que este collar le mostraría a todos que yo le pertenezco...

    ―Entonces, habrá que remediar eso ―Mancinni se agachó, levantó el borde de su pantalón y sacó una daga que tenía oculta, se levantó y la acercó al cuello de Camilo. Él joven se asustó e instintivamente dio un paso atrás para evitar ser cortado; Pero, Dante lo sostuvo de un hombro― Permanece quieto, per favore caro ―el chico obedeció y el hombre cortó el cuero con delicadeza, cuidando de no lastimar la perfecta piel― Le devolveremos su collar al cosaco, que se lo ponga a otro, porque tú ya no estás disponible ―aseveró.

    ―Pero...

   ―Si vas a llevar un collar, será cuando yo te lo dé, pero ten por seguro que no será de cuero, no eres un perro. Tú te mereces más que eso y por eso adornaré tu hermoso cuello... ―el mafioso acarició la nivea piel― ... Con oro y diamantes... siempre te daré lo mejor ―aseguró después de depositar un breve beso en el cuello― ¡Ah!, se me olvidaba... ―el sottocapo llevó su mano al interior de la elegante chaqueta y extrajo las fotografías que atestiguarían sus actos ante Camilo― La última vez que nos vimos, te prometí que me haría cargo de los hombres que te violaron y golpearon aquella noche ―explicó― Aquí tienes las pruebas. Todos y cada uno de ellos sufrió en carne propia lo mismo que tú. Este es la prueba de que te defenderé de quien sea. ―el joven chapero, tomó las fotos y las miró una a una, impactado por las fuertes escenas. Una oleada de náuseas subió desde su estómago y tuvo que correr hacia la esquina del lugar, donde se encontraba el papelero. Las arcadas se escucharon mientras devolvía la escasa merienda que había consumido antes de salir de casa, mezclada con licor almendrado que había bebido aquella noche. El joven sottocapo, no pudo quedarse de brazos cruzados al verlo tan desvalido; se acercó a él y lo sostuvo para que no cayera. Luego, extrayendo el fino pañuelo desde el bolsillo exterior de la chaqueta de su smoking, procedió a limpiarle la boca― Mira como te has puesto por mi culpa ―le habló suavemente para confortarlo mientras acariciaba suavemente su espalda― relájate mi bello ragazzo, cierra los ojos y respira profundo...

      Camilo se dejó llevar por la hipnotizante voz del mayor y fue calmándose poco a poco. Luego, disculpándose fue hasta su casillero, de donde extrajo su cepillo y crema dental . Ingresó en el pequeño cuarto de baño ubicado al final de la habitación y abrió el grifo del lavabo. Se lavó los dientes y luego salió. Abrió su casillero y comenzó a sacar sus pertenencias.

     ―¿Que haces? ―preguntó Dante.

    ―Recogiendo mis cosas ―respondió mirándolo con algo de timidez― Me voy contigo...

     El joven sottocapo radiante por lo que él consideraba un triunfo, se acercó al menor, lo acorraló contra el casillero y lo besó. Camilo ofreció su boca respondiendo con ansiedad. Ambos se devoraron. Dante lo atrajo hacia su cuerpo y siguió inmerso en el beso, consciente de que con nadie se había sentido de esa forma. De pronto, una imagen en flash apareció en sus recuerdos... El y Camilo besándose de esa forma, pero en otra época. Aquello le sorprendió y soltó al menor preguntándose qué había pasado. Decidido a no perder el tiempo pensando en tonterías, ayudó al menor a empacar las escasas pertenencias que tenia en el casillero. Luego, tomándolo de la mano, lo guió fuera de los vestidores.
     La fiera mirada de Kozlov los observó salir sin disimular su molestia al ver sus manos entrelazadas. El cuerpo del ruso se tensó y avanzó hacia ellos con las manos empuñadas, dispuesto a romperle la cara al hombre que ambicionaba su propiedad más valiosa. El cuerpo de Carlo se interpuso entre los hombres dispuesto a cumplir su papel de defensor.

     ―Deja que se acerque ―ordenó Dante divertido al ver la reacción del cosaco― Será un placer para mí molerle la cara con mis puños ―agregó mientras el ruso retrocedía demostrando su cobardía― Tú ―el joven ordenó a uno de sus hombres― lleva a Camilo a mi auto y quédate con él y procura que nada le pase mientras yo esté aquí...

    ―¡Espera! ―la potente voz de Boris le interrumpió― ¡No puedes llevártelo así! ¡Él me pertenece! ―gritó para que todos los presentes escucharan. La música se detuvo de improviso y los rostros de chaperos y clientes se volvieron hacia los hombres que discutían.

    ―¡Te pertenecía! ―aclaró el joven mafioso tirando el collar de cuero en la cara del ruso― Ahora, Camilo está bajo la protección de la famiglia Mancinni y no puedes hacer nada para evitarlo ―agregó― Tú y yo hablaremos en serio pero fuera, no quiero testigos molestos que divulguen nuestra conversación ―Los hombres salieron a la calle seguidos por sus respectivos custodios. Una vez afuera, Dante miró a Carlo quien se acercó con un maletín― Aquí hay doscientos mil euros ―explicó― el doble del préstamo que le hiciste a Camilo ―se lo entregó al ruso― espero que con esto quede sanjado el tema del ragazzo. Ahora hablaremos de otros negocios ―agregó con rapidez para impedir que el hombre se negara a aceptar el pago.

     ―¿De cuales otros negocios? ―preguntó el ruso intrigado mientras que sostenía el maletín con fuerza, luchando para no irse encima del siciliano y romperle la cara a golpes por haberle arrebatado al chico por el cual había comenzado a sentir algo más que lujuria.

    En ese momento, Rafael aprovechaba la distracción para ingresar en la oficina. Se acostó de espaldas debajo del escritorio y procedió a adherir la Makarov debajo del mueble con cinta adhesiva. Luego, dejó el disco dentro del reproductor de Dvd y sonrió. Desde ahora la cuenta regresiva para la caída de Kozlov, había dado comienzo.

     Mientras tanto, la “conversación” fuera del antro proseguía...

    ―De tu desfachatez al abrir tus burdeles sin pedir la autorización a la famiglia ―sentenció― Debes años de tributo y he venido a aclararte que no podrás trabajar mientras no te pongas al día.

    ―Cumplo con los permisos fiscales y pago los impuestos obligatorios...

   ―Eso nos tiene sin cuidado ―Dante sonó indiferente― Tienes hasta fin de mes para ponerte al día...

    ―Lo hablaré con mis jefes en Moscú ―el hombre aceptó― Es curioso que los herederos de ambas facciones tengan el mismo interés ―agregó con veneno. Su intención era molestar al joven mafioso.

   ―¿A qué te refieres?, Sé directo ―exigió el joven siciliano.

    ―¿Te gustaría saber quién se llevó la inocencia del chico que tanto amas? ―preguntó con burla.

    ―¿Quién te dijo que todo esto es por amor? ―arremetió el más joven― Camilo, solo está recibiendo la protección que reciben todos los hijos de los uomini di honore de la Ndrangheta.

    ―Supongo que esa protección incluye que desde hoy en adelante calentará tu cama ―agregó el ruso con sarcasmo― Vuelvo a insistir, Mikhail Tovarich y tú...

    ―¡¿Qué?! ―Dante se acercó al ruso y lo tomó de las solapas― ¿Que tiene que ver Tovarich con todo esto? ―preguntó. No le gustó para nada escuchar ese nombre al recordar el último encontrón que tuvieron en Capri, donde ambos herederos terminaron ensangrentados a más no poder después de un duelo de puñetazos.

    ―Tovarich es el que se llevó la virginidad de Camilo y te aseguro que el chico lo disfrutó muchísimo ―Dante se quedó estático al escuchar esta información. Boris sabía del antagonismo entre los dos jóvenes mafiosos y trató de aprovechar el momento― Los vi ¿sabes?... fui testigo de como Mikhail le hizo el amor al chico y te diré que Él, si sabe lo que hace. Camilo era gelatina en sus manos... ―el sottocapo parecía un bloque de hielo aunque su interior era un infierno al imaginar el cuerpo de Camilo siendo acariciado por Tovarich― se la metió de tal forma que el chico pedía más y más ―continuó el ruso de forma maliciosa― ese niño si que es un goloso, por eso era mi mejor oferta, si hasta cuando se la mamó a Tovarich sus ojos destilaban goce...

     Dante trató de concentrarse para mantenerse inerme; pero, sus pensamientos no le ayudaron mucho. El temor de no ser lo suficientemente bueno para complacer a Camilo en la cama y las ganas de tener a Tovarich frente a él, despellejar su cuerpo, y cortar su miembro hicieron que descargara un fuerte puñetazo en el rostro de Kozlov.

     ―¡Calla, cane maledetto! (perro maldito)

     ―¿Qué? ―preguntó Boris con una sonrisa irónica y limpiando la sangre que salió del costado de su boca― ¿Crees que no es cierto? Espera a que Tovarich se entere a que tienes al chico, se va a armar la casa de putas. Vendrá por él ¿sabes porqué lo sé? Porque durante todo este año, le estuve ocultando que sabia donde vivía Camilo. Mikhail, me entregó los cien mil euros como un regalo para el chico... Porque se enamoró de él...

     ―¡Felicitaciones, Kozlov! ―interrumpió Dante― acabas de cometer el error en el que caen todos los rusos... se sienten presionados y se van de lengua ¡jajaja! Acabas de condenarte, porque cuando Tovarich sepa que le ocultaste a Camilo, serás tú el que pague por ello...y él no podrá volver a tocarlo, porque será un Mancinni al estar unido a mí ―y sonriendo por su triunfo arrojó otro puñetazo― Arrivederci.

       Dante, avanzó y le escupió en el rostro. Luego, dio la vuelta y se dirigió hasta el automóvil, donde lo esperaba Camilo. Los hombres, siguieron sus pasos, abordaron sus transportes y la comitiva partió abandonando las sucias calles de los barrios bajos de Roma. Atrás habían dejado a un hombre, que herido en su orgullo, comenzó a planear la manera de volver a tener al muchacho que le habían arrebatado.


                                                                      *****



       La mujer estaba en la ducha, corroboró el hombre al escuchar el agua correr. Sus manos enguantadas, recorrieron la fina lencería esparcida sobre la cama. Luego, caminó hacia el velador, abrió el cajón y depositó en su interior varias dosis de heroína junto a todos los accesorios para su consumo. Se sentó a esperar en la oscuridad a que su presa saliera del baño. No podía darse el lujo de fallar, era considerado uno de los mejores sicarios de la familia Mancinni y se le había ordenado asesinar a la mujerzuela que había osado tocar al amante de su signore. Sonrió pensando en su jefe enamorado, aunque se removió con algo de incomodidad al recordar que el destinatario de ese amor era un hombre. La puerta del baño se abrió, y la mujer salió completamente desnuda. Su hombría se tensó y él se obligó a controlarse. No podía darse el lujo de dar rienda a suelta a su lujuria con la ramera, el semen sería prueba suficiente para condenarlo y el signore le castigaría por su negligencia.
     La mujer salió del baño sin percatarse de su presencia, se miró al espejo y comenzó a aplicarse la crema hidratante. Al tocar sus pechos, se excitó y el recuerdo del guapo millonario que la tenía embobada, le hizo bajar una de sus manos hacia el triangulo depilado de su entrepierna. Las separó y con sus dedos urgó entre los pliegues vaginales para provocar su placer. Encontró su clítoris y comenzó a estimularlo con movimientos circulares que poco a poco fueron en crescendo. No le fue suficiente, asi que abandonando su lugar se dirigió hacia la cómoda de donde extrajo un pequeño bolso de mano del que sacó un enorme falo, luego se dirigió a la cama con el neceser y se acostó separando sus piernas. Encendió el artefacto y lo guió a su interior exhalando un suspiro de placer.
      En la oscuridad, el hombre disfrutaba de la vista. Su ubicación le permitía observar claramente como la vagina se abría para recibir el juguete y se imaginó lamiendo aquellos jugos que salían desde el interior. Vito sacó la cuchara y activó el encendedor para calentar la doble dosis de heroína que llevaría a la mujerzuela a su último viaje.
      La mujer, en busca de más placer, alcanzó el bolso y sacó un vibrador un poco más pequeño, se volteó quedando en manos y rodillas con el gran falo aún en su vagina y comenzó a introducir en su ano el más pequeño. Comenzó a agitarse, contoneando su cuerpo en busca del orgasmo que la llevaría a obtener un buen descanso.
       El hombre, guardó en un jeringa el líquido y esperó a que la mujer estallara de placer. Con liga en mano se levantó y se acercó caminando lentamente. La mujer gritó su orgasmo y se quedó disfrutando de los últimos espasmos. El hombre la tomó desprevenida, la sujetó desde atrás, la aplastó con su cuerpo y procedió a envolver la liga en su brazo. Cuando una de las venas se hinchó, clavó la aguja e introdujo el líquido en la vena. Luego, se levantó y la volteó para esperar a que la droga hiciera efecto. El aroma de los fluidos vaginales de la mujer le excitó y no pudo contenerse. Separó sus piernas y recorrió con sus dedos enguantados los mojados pliegues, recogió algunas gotas y las llevó a su boca bebiendo del orgasmo anterior. El pequeño vibrador aun se encontraba en el recto y él lo movió provocando que la mujer gimiera. Continuó haciéndolo, sus dedos jugaron con aquella vulva apetitosa hasta que obtuvo otra descarga de cremosos jugos y los degustó con ansiedad. La mujerzuela se quedó traspuesta, la levantó de la cama y la ayudó a caminar hasta el balcón. Ella inspiró, llenando sus pulmones con el aire cálido de la noche y fue empujada. Su cuerpo desnudo voló desde el piso veinte y calló encima de un taxi que en ese momento se había detenido a dejar a un pasajero. Las exclamaciones no se hicieron esperar y el cuerpo de la mujer fue rodeado de rostros curiosos que observaban y escuchaban el zumbido del juguete que aún se encontraba en su ano.
      El hombre abandonó la habitación con rapidez, antes de que lo sorprendieran. Su rostro reflejaba la satisfacción de haber cumplido con su deber, pero incómodo por la erección que aún tenía. Se dirigió hacia una de las salidas de emergencia y bajó las escaleras hasta salir al oscuro callejón donde abordó su automóvil. Lo encendió y manejó a toda velocidad. Quince minutos después, se encontraba enterrado en el cuerpo de una de las cocineras de la villa Mancinni explotando en el orgasmo más apoteósico de su vida.

                                                                      *****


      El cuartel estaba en silencio. El jefe de la policía en ese momento daba las últimas órdenes para el procedimiento a rigor. Los hombres habían escuchado cada una de las palabras, impactados por la información. Una semana atrás, el cuerpo de uno de sus compañeros había sido devuelto por el Adriático. Le habían mutilado y luego disparado en la cabeza. Todas las señales, apuntaban a que era un ajuste de cuentas de la mafia; Pero, el arma utilizada, no concordaba con las usadas por las facciones italianas. Se había ordenado un rastreo de todos los balnearios de la zona y en el litoral de Ostia se habían encontrado casquillos de armamento ruso que coincidían con el impacto en la frente del policía. Grande fue la sorpresa, cuando los cadáveres de otras víctimas fueron apareciendo de a poco. Parecían carcomidos por los peces, pero presentaban las mismas características de mutilación. Aquello les hizo sospechar de la Bratva y el miembro de esa entidad que vivía en Italia era Kozlov. En dos días llevarían a cabo las redadas a los antros del ruso en busca de alguna pista.


                                                                      ****



       Massimo despertó con un peso en su estómago. Su amante ese día contraería matrimonio con Laura y él hubiera dado todo por evitarlo. Se obligó a entender las razones que Pietro le dio. El hombre lo amaba a él y ella era sólo un trámite a cumplir.
      Encendió el televisor para ver las noticias locales y el rostro de la actriz que la noche anterior le había acosado, estaba siendo exhibido. El comentarista explicaba que según la policía, la mujer se habría caído del balcón de su habitación mientras se auto complacía sexualmente. Además de eso, añadió que la fémina había estado drogada y que en su cuarto se había encontrado heroína y todos los accesorios para su uso.
      El empresario llevó sus manos al rostro cerrando los ojos y luego las subió lentamente hacia arriba llevando su corto cabello hacia atrás para tratar de calmar su desconcierto. Fijó nuevamente su mirada en el rostro de la occisa y trató de no sentir remordimiento; pero fue imposible. Una vez más, una mujer moría por su culpa; aunque, pensándolo bien, no era por su culpa sino por los celos irracionales de Pietro.
     Sus recuerdos volaron al momento en que su amante le había confesado su encuentro con la mujer que decía esperar un hijo suyo y se auto recriminó por haber sido tan débil ¿Su amor por Pietro era tan grande como para soportar cualquier situación? ¿Qué pasaría si aquel bebé resultara ser realmente su hijo? ¿Podría soportar la presencia de esa mujer inmiscuyéndose en sus vidas? Laura no era problema para él. Sabía que tenía cero posibilidad de conquistar a Pietro; Pero el caso de Sonya era distinto. La mujer había logrado mantenerlo entre sus piernas dos largos años y ese hijo la podría ayudar a poner a Pietro a sus pies. No quiso imaginarse siendo abandonado por esa mujerzuela sin escrúpulos. No ahora que por fin había logrado tener algo de felicidad.
      Decidido, tomó el móvil del velador y marcó el número de su amante esperando que estuviera despierto. No esperó mucho. Del otro lado, la aterciopelada voz de Pietro le saludó y él se estremeció al escucharla.



                                                                           *****





     Pietro llevaba despierto desde hacía más de una hora. Degustaba su espartano desayuno cuando el timbre de su teléfono móvil sonó. Su rostro, se iluminó con una sonrisa al ver el nombre de su amante en la pantalla y respondió la llamada con un saludo.

     ―Buongiorno, amore mío ―la sensualidad en su voz logró su cometido. Massimo, del otro lado del teléfono se estremeció y titubeó― Estuve a punto de llamarte, pero te me adelantaste ―agregó.

    ―¿Sí? ―Rossetti sonrió y se levantó de la cama para dirigirse al vestidor― Es bueno saber que piensas en mí apenas despiertas...

    ―Lo mismo digo de tí, mio caro ―respondió el mafioso― Ahora, dime ¿Cuál es el motivo de tu llamada?

    ―Saludarte, por supuesto y... ―vaciló― Quiero que hablemos sobre el asunto de Sonya...

    ―Entiendo, pero... antes de que digas algo... ―Pietro cerró los ojos para controlar el estremecimiento que se apoderó de su cuerpo, provocado por el miedo de perder a su amante― Me gustaría que vinieras a mi casa y lo hablemos.

     ―¿Cuando?

    ―Hoy, después de la ceremonia... te agradecería mucho si pudieras pasarte por aquí...

   Del otro lado, Massimo exhaló y luego, sonrió con algo de crueldad al imaginar el rostro de Laura al verlo aparecer.

    ―Tengo una idea mejor  ―sugirió― me gustaría asistir a tu boda ¿Te gustaría?

    ―Como quieras, amor. Sabes que mi casa es tu casa...

    ―Y la mía es la tuya, Pietro ―respondió el empresario.

     ―La ceremonia es a la diez, te espero.

     ―Ahí estaré, amor y recuerda que hoy termina el castigo de Angelo, así que no te enojes si me ves aparecer con él ―sugirió con tono de advertencia.

      ―Lo sé, amor... Gio también está entusiasmado con el reencuentro. Hasta más tarde, amor.

      ―Hasta más tarde y prepárate para mi regalo de bodas ―concluyó.

      Pietro cortó la llamada y luego abrió el cajón de su velador. Extrajo una pequeña caja finamente labrada y con el nombre de una famosa joyería. La abrió, y extrajo las sortijas con el sello de la familia Mancinni. Una era la que usaba él y la otra, la había mandado a hacer para Massimo. Las observó, para juzgar si el joyero había hecho buen trabajo en reproducir la réplica y no encontró ninguna diferencia. El color dorado del oro y la letra M dibujada con rubíes, hacían de las joyas, piezas dignas de ser exibidas.
     Guardó los anillos en el estuche y bajó de la cama. Aún faltaban dos horas para la ceremonia, pero él tenia muchos asuntos que atender y el primero de ellos, era saber si la puta francesa había recibido su merecido.


                                                       *****************


          Dante despertó sobresaltado por el estridente ruido que escuchó fuera del dormitorio. La fuerte voz de la madre de Camilo le hizo sonreír. La mujer discutía con Carlo sobre la preparación del desayuno. A su lado, su joven amante aún dormía y aprovechó de observarlo, repasando sus finos rasgos, deleitándose con su belleza. Frunció el ceño al preguntarse qué tenía el chico que lo atraía tanto. Desde que sus ojos se habían cruzado, todas sus acciones giraban en pos del bienestar del muchacho y aquello le intrigaba. Se levantó del lecho y se dirigió al cuarto de baño decidido a tomar una corta ducha; ya que, se le había hecho tarde y quería evitar que su padre le reprendiera por no llegar puntual a la boda. Frunció el ceño al recordar a la que desde ese día en adelante sería su madrastra; en realidad no la soportaba y lo único que la salvaba de recibir sus frases sarcásticas llenas de desprecio, era el hecho de haber dado a luz a Gio, el hermano que ahora adoraba de tal forma que mataría a cualquiera que lo dañara. Un fuerte bostezo le alertó que Camilo había despertado y desvió sus pensamientos a él.
       La noche anterior, habían entrado al departamento y no pudo contenerse. Lo tomó de la mano y lo guió a su dormitorio explicándole las obligaciones que tendría que cumplir como su amante. No supo cómo, pero cuando terminaba de explicarle que tendría que ir custodiado a todas partes, incluso al establecimiento donde continuaría sus estudios y que el consiglieri de su padre se había encargado de buscar, los labios de Camilo le parecieron tan tentadores, que se abalanzó sobre él y lo subyugó con sus besos. Ambos habían terminado desnudos, pero al recordar las advertencias de su padre, frenó sus avances. El muchacho no se había ofendido cuando le había explicado que quería que se sometiera a exámenes para descartar que tuviera algún problema sanitario; Al contrario, le había mirado con sensualidad y luego le había dado la mejor mamada de su vida.
       “Su amante”... aquel no era un título que le gustara mucho. Pero su padre tenía razón, si el chico hubiera sido una mujer, para los demás sería su querida; pero por su género, amante era la palabra adecuada. Suspiró pensando que si hubiera sido por él, Camilo sería más que eso y sabía que para llegar a ese punto, primero debía cumplir con su deber y producir un heredero a la dinastía Mancinni.
         Cerró el grifo del agua y salió de la ducha envolviendo sus caderas con una toalla , mientras que con otra secó su fuerte torso mientras cruzaba la puerta que separaba el dormitorio del cuarto de baño. Le recibieron los sorprendidos ojos de Camilo mirando con admiración sus marcados abdominales, mientras que los sensuales labios pronunciaban un tímido buenos días. Sonrió con sensualidad, y se acercó al lecho para besar al joven que le robaba el sueño. Éste lo recibió ansioso, rodeando su cuello con ambos brazos, y arqueando su cuerpo con sensualidad. Dante acarició la nívea piel con suavidad y lentamente fue bajando su mano hasta dar con el pene de Camilo. El fuerte gemido emitido por el joven, retumbó en la habitación pero traspasó las barrera mentales de Dante, haciendo que los recuerdos de la pasada noche volaran a su imaginación. Las palabras de Kozlov sobre Tovarich volvieron a molestarle y tuvo que recurrir a su autocontrol para no descargar su furia en el cuerpo de su joven amante. Sabía que tenía que ignorar aquella información no deseada; pero, no pudo evitar pensar que aquel gemido antes escuchado, también hubiera alimentado los oídos del heredero de la Bratva rusa.
      Camilo sintió el cambio y acarició el rostro de su alma gemela buscando que éste le mirara a los ojos y le diera algún tipo de explicación por el cambio de ánimo; pero se topó con una pared verdosa que lo miró con algo de frialdad y reproche.

     ―¿He hecho algo que te ha ofendido? ―preguntó preocupado de que el joven mafioso se hubiera arrepentido de estar con él y lo enviara de vuelta a las garras de Kozlov.

     Dante le observó, luchando por retener dentro de sí las interrogantes que le mortificaban.

     ―Nada, mio caro. No has hecho nada malo... ―sus manos, que momentos antes se habían convertidos en dos puños a causa de su enojo, se acercaron al rostro del muchacho, sin preveer que reaccionaria cerrando los ojos y encogiendo su cuerpo, esperando el golpe que nunca llegó. De inmediato, las relajó y tomó el rostro del joven con suavidad― No tienes nada que temer, Camilo. Jamás te dañaría. Sólo estoy un poco contrariado... ―Los ojos del joven lo miraron interrogantes y él se vio en la obligación de dar una explicación más clara― Hoy, mi padre se casa con una mujer que no apruebo mucho...

El rostro de Camilo se relajó y el joven sottocapo le besó por última vez antes de comenzar a vestirse.

       ―¿Vendrás mas tarde? ―la pregunta sorprendió al joven mafioso ya que no estaba acostumbrado a dar explicaciones a quienes calentaban su cama. Volteó a mirar a Camilo y sonrió al pensar que el joven ya estaba adoptando su papel al pensar que debía esperarlo con la cena servida― Por supuesto que vendré y ponte algo bonito... ―el chico lo miró sorprendido― Te llevaré a cenar ―los ojos del joven se iluminaron― El lado derecho del vestidor es tuyo, siéntete libre de ponerte todo lo que quieras, ya que todo ha sido comprado especialmente para tí... Ah, por favor, dile a tu madre que aquí no necesita preocuparse por las labores domésticas ya que tendrán personas para eso. También se ha dispuesto que ella tenga una enfermera...

      ―Espera por favor... ―habló Camilo― ¿Una enfermera? ―preguntó― ¿No crees que te estás tomando demasiadas molestias sólo para tenerme de amante?

     ―La enfermera la costeará el primo Salvatore ―confesó el sottocapo― Se siente responsable por los actos de Nirta y se comprometió a costear los gastos médicos y personales de tu madre, y en ello, va incluido lo de la enfermera.

    ―Pero...

    ―No hay pero que valga, Camilo. La decisión está tomada...

     ―Entiendo... ―el chico no quiso contrariar al sottocapo y para cambiar de tema comenzó a levantarse― tomaré una ducha y me reuniré contigo en el comedor...

     ―No tardes, amore ―sugirió Dante― recuerda que mi padre me espera...

       El desayuno transcurrió en completo silencio, el cual, era interrumpido de vez en cuando por el sonido de los cubiertos que caían sobre la mesa a causa de las manos débiles de Marietta, la madre de Camilo. El joven, sorprendió a Mancinni al retirar los cubiertos y comenzar a alimentar a su madre con dedicación. El sottocapo, siguió atentamente cada movimiento, deteniéndose a admirar los atractivos rasgos de la mujer, tratando de encontrar alguna similitud entre madre e hijo. La fémina fijó sus ojos en él y le sonrió. Aquello le hizo sentir algo incómodo y se levantó de la mesa disculpándose y con un movimiento impulsivo se acercó a Camilo para besar sus labios.

      ―Te veré esta tarde... y recuerda... ponte algo lindo.

      El chico asintió con los ojos cerrados, tratando de retener el sabor del beso y cuando abrió sus verdes orbes, Dante ya había salido del departamento junto a su custodio. El carraspeo de su madre le hizo recordar donde estaba y se abocó nuevamente a terminar de alimentar a su madre. Las explicaciones vendrían después.



                                               ***********************


         Salvatore Tuozzolo bajó de su jet con paso apresurado seguido por su nuevo consiglieri y su amplio grupo de seguridad. Recorrió el hangar y se subió a la limusina blindada que su primo Pietro había enviado para su traslado hasta la mansión. Se sentía nervioso, como nunca antes; ya que ese día se entrevistaría con dos personas que habían sufrido por su causa. Sí. Él se sentía culpable de sus desdichas ya que había confiado esos asuntos a alguien que no había seguido sus órdenes. Se movió inquieto al recordar los ojos de que alguna vez fue su mejor amigo y que ahora cumplía condena en la cárcel, cumpliendo su deber como uomo di honore de proteger a la famiglia. Mientras la limusina salía del aeropuerto, recordó el reproche del hombre. Nirta no se había conformado con expulsar a su esposa e hijo, sino que además se había asegurado de que el hombre recibiera un paliza que lo había dejado postrado en la enfermería del penal. Las heridas recibidas, habían comprometido algunos órganos internos y su recuperación dependía de un transplante de riñón y estaba demás decir que la lista de espera para ese tipo de procedimientos era muy larga; por lo tanto, la esperanza de vida de su amigo era todo lo contrario.

       ―Debiste casarte con ella... ―le había reprochado Stefano― pero tu cobardía te hizo obedecer a tu padre y casarte con esa loca que tienes por esposa ―las palabras del que había sido su amigo le habían dolido; porque en verdad, había amado a esa mujer desde que la había visto por primera vez en la pequeña trattoria que atendía con su padre al costado de la plaza principal de San Luca― Ahora vienes a mí, después de todos estos años a decirme que mi mujer está postrada en una silla de ruedas y que mi hijo se ha prostituido en las calles para poder darle atención médica... ―Stefano había reído con amargura, mirándolo a los ojos con resentimiento― pues te tengo una noticia Salvatore... cuando me casé con Marietta, ella ya estaba embarazada... y te juro que amo a Camilo como si fuera mío y nunca Salvatore, nunca le reproché a mi Marietta el haberse casado conmigo para que su deshonra no se diera a conocer... y ese hijo, querido amigo... es tuyo... Camilo es tu hijo.

     La noticia le había sacudido y su sed de venganza había sido de tal magnitud que los restos de su ex consiglieri junto con los de toda su familia fueron encontrados esparcidos trozo a trozo, en la plaza de San Luca, frente al que una vez fuera la trattoria del padre de Marietta.
     Sus recuerdos se vieron interrumpidos por la brusca detención de la limusina. La puerta le fue abierta por uno de sus hombres y bajó para ser recibido por su primo que tenía cara de muy pocos amigos. Ambos se abrazaron y subieron las escaleras mientras que el capi di tutti capi se disculpaba por su mal ánimo.

       ―Dante anoche acudió en busca del chico Zorzetto y se enfrentó a Kozlov. Los hombres dicen que no confían en que el ruso se quedará con los brazos cruzados viendo como le quitan a su puta más valiosa....

       Las manos de Tuozzolo se convirtieron en dos puños al escuchar la información, decidiendo que cualquiera de esos días le caería al cosaco y le daría un buen escarmiento. Pietro le observó algo contrariado por su reacción y se vio en la obligación de confesar su verdad. Al fin y al cabo, si Dante y Camilo progresaban en lo que sea que ellos tuvieran, estarían emparentados por un lazo mucho más estrecho que el simple hecho de ser primos.

      ―Hay algo importante que debo decirte, Pietro ―miró a los hombres que los rodeaban― En privado si es posible ―Mancinni le miró interrogante y luego asintió.

     ―Sígueme, iremos a mi despacho ―aclaró para que los custodios de Salvatore supieran que el hombre no correría peligro.

      Una vez instalados en los amplios sillones de cuero y con una taza de capuccino que el mayordomo les había servido, el jefe de la Ndrangheta comenzó a hablar.

      ―Después de que me informaste de que Nirta había actuado por su cuenta con la familia de uno de mis hombres, le fui a visitar ―Pietro asintió con la cabeza ante la información― Ese hombre y yo fuimos muy buenos amigos en nuestra juventud, pero yo me había enfadado con él por haberse casado con la mujer que yo amaba...

     ―Marietta Rinaldi ―concluyó Mancinni― la chica de la trattoría de San Luca...

     El rostro de Salvatore parecía contrariado...

      ―¿Cómo lo sabes? ―preguntó con curiosidad.

      ―Tu padre me lo contó... ―confesó el siciliano― Temía que rompieras tu compromiso con Adriana por haberte encaprichado de una simple cocinera ―confesó y al ver el ceño fruncido de su primo agregó― Disculpa, esas fueron las palabras de tu padre.

      ―Entiendo. Pero bueno, prosigamos... Me enamoré de Marietta como un loco y mi amigo lo sabía e incluso, era cómplice de nuestros encuentros vigilando de que nadie nos espiara. Pero un día, mi padre decidió que el compromiso con Adriana se había alargado demasiado y me obligó a contraer matrimonio con ella aduciendo de que estaba muy viejo y quería morir sabiendo que nuestro apellido se prolongaría. Pobre, murió sin poder conocer un nieto ―agregó― Dos meses después de mi matrimonio, me enteré que Marietta y Stefano se habían casado. Eso me dolió demasiado y decidí abocarme a mis labores y dedicarme a darle un heredero a mi padre. Para no ver a Stefano, decidí que trabajara bajo las órdenes de Nirta. Meses después, mi padre me informó que ellos habían tenido un hijo, y me recriminó el que aún Adriana no hubiera podido embarazarse.

     ―¿A qué quieres llegar con esta historia, Salvatore?

     ―Stefano me ha confesado que cuando se casó con Marietta, lo hizo para que no se conociera su deshonra...

      ―¿Quieres decir que...?

     ―Sí, Pietro. Marietta esperaba un hijo mío... y ese hijo es Camilo.

     ―¡Dio! ¿te das cuenta si esta información cae en manos equivocadas? ―preguntó Mancinni.

     ―¡Por supuesto que lo sé, Pietro!... Adriana ordenaría su muerte de inmediato, no soportaría enterarse que tengo un hijo sabiendo que después de todos estos años, ella aún no acepta que es estéril.

     ―Dime primo... ¿Qué piensas que haría tu padre con esta información?

      Aquella pregunta dejó a Tuozzolo descolocado...

      ―Yo te diré que haría... ―prosiguió el siciliano― Adriana moriría en un accidente, conseguiría un rápido divorcio para Marietta y así podría lograr que Camilo fuera un hijo legítimo.

     ―Pero...

      ―Mira, seré franco contigo... Mi hijo se ha ganado un gran enemigo al rescatar a Camilo. Y no quiero ver que sus esfuerzos no valen la pena si a la loca de tu mujer la da por querer ver muerto al chico. Dante lo ama y no quiero verle sufrir.

     ―Es mi esposa... ―se justificó Tuozzolo.

     ―Una esposa que te ha dado más problemas que beneficios ―le recordó Mancinni― Si no te sientes capaz de deshacerte de ella, déjalo en mis manos... con gusto haré el trabajo por ti.

     La propuesta hizo sonreír a Salvatore, pero cuando vio el serio rostro de su primo, consideró la idea.

    ―Que sea algo indoloro ―propuso el calabrés.

    ―Morirá junto a su escolta ―advirtió Mancinni― ordenaré que parezca un accidente...

     ―¿Como el de la mujer de Rossetti? ―ironizó el calabrés.

     ―Por supuesto... ―respondió Pietro sonriendo con crueldad al recordar el día en que esa maldita mujer había pasado a mejor vida...

     ―Pero aunque eso resultara... ¿Crees que el chico podría ser un digno heredero? ―preguntó Tuozzolo― Sabes que compartir la cama con un hombre es mal visto...

      Mancinni se levantó del sofá y caminó hasta el ventanal que daba al patio de entrenamientos con el objetivo de divisar a su hijo menor. Sonrió con ternura al verlo caer al suelo después de un movimiento ejecutado por el sensei que en ese momento le entrenaba. Observó como Bruno se adelantó y lo ayudó a levantarse con delicadeza y ambos se quedaron mirando a los ojos por un tiempo que le pareció demasiado prolongado. Frunció el ceño al pensar en las intenciones del custodio, pero después sonrió con cinismo. Pensándolo bien, le convenía que Bruno sintiera algo por su hijo, así su protección sería incondicional y sus enemigos tendrían un gran oponente si algun día decidían ir en busca de Gio.

       ―Ven aquí ―llamó a su primo. El hombre se acercó al ventanal y observó el grupo de hombres que entrenaba― ¿Ves al ragazzo rubio con kimono que está a la derecha?

      ―¿El que practica con el oriental? ―preguntó Tuozzolo

      ―Sí, el mismo ―hubo un rato de silencio en el que los hombres observaron cada intento que hacía le chico por derribar a su maestro, pero que se veía frustrado por la agilidad y la sabiduría del mayor― Es mi hijo Giovanni... tiene diecisiete años y es gay. Así que no te preocupes de lo que dirán tus hombres al saber que Camilo también lo es; Además, tiene a Dante que estoy seguro, lo apoyará en todo lo concerniente a los negocios...

     ―O podría dejar los negocios en manos de Dante... ―propuso Salvatore.

     Mancinni le miró contrariado...

     ―No... Dante no puede hacerse cargo de ambas facciones a la vez, primo mio... Además tienes a tus sobrinos...

      ―¡Oh, vamos, Pietro! Sabes que esos chicos son unos buenos para nada que solo se dedican a meterse en líos de faldas...

       La conversación fue interrumpida por unos golpes en la puerta la que fue abierta por Dante que se veía algo agitado.

    ―Buenos días padre, te prometí que estaría temprano y aquí me tienes...

     ―Buon giorno figlio, entra y saluda al primo Salvatore ―propuso el patriarca― además tengo curiosidad de como fueron las cosas anoche ―agregó con curiosidad.

        Dante saludó a los hombres con dos besos, en las mejillas y se puso a relatar los detalles de la pasada noche. Cuando sacó a relucir el nombre del heredero de la Bratva rusa, sus ojos reflejaban la furia que sentía y su padre le aconsejó que no hiciera caso de los comentarios mal intencionados de Kozlov y que se concentrara en cumplir sus obligaciones. Aquellas palabras le recordaban que debía engendrar un heredero y además terminar de expulsar a los rusos de Italia. La conversación fluyó hasta que sintieron dos golpes en la puerta.



                                                          *****************



        Massimo y Angelo se presentaron en la villa Mancinni media hora antes de que comenzara la ceremonia. Fueron recibidos por el mayordomo que los saludó con reverente respeto y los condujo directamente hasta el despacho del Don. El hombre golpeó dos veces la gruesa puerta de caoba y esperó unos segundos a que permitieran la entrada. Al abrirse la puerta, el rostro sonriente de Pietro los recibió y el mayor de los Rossetti caminó hacia el centro dispuesto a arrancar de esa sonrisa un beso en toda regla. Sus intenciones se vieron truncadas al descubrir que Salvatore Tuozzolo se encontraba presente y lo miraba interrogante, casi extrañado de que el amante de su primo se presentara en la villa el día de la boda. No podía juzgarlo. Sabía que el calabrés nunca había aprobado la amistad que había nacido entre Pietro y él. Enfrentó la fría mirada del mafioso y siguió en su propósito al recordar lo que su amante le había dicho... Esa casa también era suya; por lo tanto, no necesitaba de la aprobación de nadie para saludar al hombre que amaba. Decidido, invadió el espacio personal de Pietro, adelantó su mano derecha para aferrarla a la nuca del capo y lo besó de forma posesiva.
      Mancinni cerró los ojos y sonrió triunfante en medio de aquel beso que lo subyugó. Jamás imaginó que su reservado amante, se atrevería a tanto. Aquello le fascinó y respondió al beso tomando el control de este, haciendo que Massimo recordara que el dominante de aquella relación era él. El beso terminó poco a poco, siendo rematado con pequeños piquitos de mariposa hasta llegar a su fin. Ambos terminaron jadeantes a causa de la pasión no satisfecha y se miraron a los ojos por varios segundos.
      Salvatore observó la escena con algo de incomodidad. Ver a dos hombres besándose y luego mirándose con amor, no cabía dentro de sus posibilidades. Su vida como heredero de una de las facciones mafiosas más fuertes de Europa, había sido forjada a mano dura por su padre, quien siempre le había inculcado de que el amor entre dos hombres era malo, pues te hacía débil. ¿Cómo se lo trató de mostrar? Obligándole a ser testigo en el ajusticiamiento a unos camorristas que se habían atrevido a dárselas de piratas interceptando una de las embarcaciones, con el objetivo de quedarse con una partida completa de rifles Ak-47. Entre los infelices, se encontraba uno de los hijos de un miembro de la cúpula napolitana. El chiquillo de no más de veinte años, había tratado de demostrar su valor enfrentándose a los golpes que los hombres de su padre impartieron en todos ellos. Obligando a los demás retenidos a no defenderle para ocultar su identidad. Pero la agudeza de su padre fue más grande y sacó conclusiones. Uno a uno los hombres fueron cayendo sin vida y el chico fue despojado de su ropa y violado sucesivamente para humillarle, despojándole de su hombría. Veinticuatro horas después, el joven fue entregado a su familia, quienes, con bandera de tregua habían rogado por su vida. Nada más verlo, el mandamás de la camorra, había adivinado el castigo que su hijo había recibido. La humillación. El hombre, no soportando aquello, desenfundó su arma y apretó el gatillo en la frente de su hijo, para con eso lavar la deshonra a la que su familia había sido sometida.
      Volvió al presente, aliviado de que los días en que su padre había gobernado la Ndrangheta con mano dura hubieran terminado. Ya que si estuviera vivo, sería el primer enemigo que se hubiera ganado Pietro por haberse enamorado de Massimo Rossetti. Carraspeó para que su primo le prestara algo de atención y así poder disculparse y salir del despacho. Saludó al empresario que lo miraba con algo de resentimiento y recordó aquel día en que había amenazado la vida de sus hijos si a Massimo y Dante les sucedía “algo” mientras estuvieran ocultos bajo su techo. Ese día descubrió los sentimientos del hombre por su primo y le advirtió que se mantuviera alejado de los pantalones del que ahora era el jefe de la Cosa Nostra.
      Abandonó el despacho guiado por el mayordomo que lo condujo a su habitación. La boda sería en unos cuantos minutos y después, esa tarde, se entrevistaría con Marietta.


                                                            ***************



       Dante abandonó el despacho seguido por Angelo. Ambos iban en silencio caminando hacia el patio de entrenamientos. Su padre le había sugerido que lo llevara a entrevistarse con Gio.
      Cuando ambos salieron al exterior, divisaron inmediatamente la figura del muchacho, que hacía los últimos ejercicios de elongación. Angelo le observó embelesado y Dante con una sonrisa. Su hermano se había acoplado bien a su nueva vida, tomándola con calma y gozando de su nueva situación, disfrutando de su poder, obligando a veces que Bruno le cumpliera todos sus caprichos.
      El rostro del custodio se tornó furibundo cuando fijo su mirada en el joven Rossetti y Dante se percató de que Angelo le correspondía de igual forma. Parecían un par de machos a punto de enfrentarse por el derecho de aparearse. Se preguntó si su padre estaba mirando la escena desde y pensó que la decisión de haber encargado a Bruno la custodia de su hermano menor, había sido la correcta; aunque, un poco peligrosa. Fiore era el mejor sicario que tenían en sus filas, conocido por su frialdad y su lealtad incondicional a la famiglia. Había recibido instrucción militar en la legión extranjera y su especialidad era la manipulación de explosivos. Provenía de una casta que había estado en el servicio de los Mancinni, desde que la Cosa Nostra nació a finales del siglo diecinueve . Bruno era muy temido entre sus pares, ya que no tomaba bien las bromas y no acostumbraba a salir de farra con ellos. Dante sonrió. Era la primera vez, que el sicario dejaba ver su lado débil y esperaba que recordara su lugar y recordara que Giovanni Mancinni, le estaba prohibido. Al ver que Bruno avanzaba decidido a evitar que Angelo se acercara a su protegido, el sottocapo dejó escapar un silbido para que aquel cruce de miradas furibundas se interrumpiera.
      El fuerte sonido distrajo a Gio de sus ejercicios y giró para ver de donde provenía. Su semblante se encendió de alegría y corrió hacia su novio saltando sobre él, entrelazando sus piernas a la altura de su cintura mientras lo besaba con fervor. Rossetti, lo sostuvo con las manos acunando su trasero y respondiendo el beso con ansiedad. Dante no los miró, le bastaba con ver la mirada de Bruno sobre la pareja la cual fue cambiando de furibunda a ¿lujuriosa?. El joven Mancinni sonrió con cinismo, “Vaya, quien iba a pensar que a Fiore le iban los tríos”, pensó. Sacudió su cabeza y se dirigió al interior de la villa. Necesitaba cambiarse de ropa para la ceremonia y no podía tardar mucho. No quería que su padre tuviera una excusa que le impidiera salir a cenar con su amante. Recordó que ese día debía pasarse por su negocio. Si, llevaría a Camilo para que viera que no sólo se dedicaba a eliminar a sus enemigos, si no que también era el dueño de una de las discotecas de moda de la ciudad.



                                                                    ********

      Massimo y Pietro observaron el reencuentro escudados tras el oscuro reflejo del ventanal. Las manos del capo, habían bajado el pantalón del empresario, mientras que sus labios lamían el cuello que se entregaba voluntariamente a sus exigencias.

      ―¿Para esto querías estar presente en mi boda? ―preguntó el mafioso entre gruñidos― ¿para darme mi despedida de soltero?

Rossetti se encontraba en la bruma del placer, dejándose desnudar apoyando sus manos en el grueso vidrio del ventanal.

    ―¿Estás seguro que tus hombres no logran ver nada del otro lado? ―preguntó.

     ―Seguro amore, nadie puede verte más que yo ―respondió el hombre mientras se arrodillaba tras de él y abría sus glúteos― acomódate bien, amore ―Massimo se apoyó aún más en el ventanal y acomodó su trasero que quedó a la altura de la cara de Pietro― Así amor, deja que pueda saborear tu cuerpo ―el mafioso comenzó a lamer y besar su entrada reiteradamente, haciendo que el empresario se empujara en busca de aquella lengua que le estaba dando placer. Se mordió los labios para reprimir sus gemidos y evitar que los escucharan. Sabía que fuera del despacho habían dos hombres armados custodiando la puerta y no quería que se enteraran de lo que estaba sucediendo. Los dedos de Pietro comenzaron a estirar su esfinter, allanando el camino de la gruesa verga que pronto tendría en su interior. El placer era intenso, su amante rosaba constantemente aquel punto que le hacía ver las estrellas y el se retorcía de gusto― ¿Estás preparado, amore? ―preguntó el hombre ansioso de una respuesta afirmativa.

      ―Sí, Pietro... entra en mí, por favor... no me tortures más...

        Mancinni entró en él de una sola estocada, llenándolo. Sus caderas se agitaron en busca de más fricción y el capo comenzó a follarlo como poseso. Justo como el quería que lo hiciera. Duro... fuerte... profundo. Con esas grandes manos aferrando sus caderas, mientras que sus pieles al chocar, producían ese sonido característicos del sexo. Pero eso no era simple sexo. Era amor, entrega, pasión. Tenían los minutos en contra, la ceremonia que uniría a su amante con la mujer que ahora odiaba con todas su ansias, estaba a puertas de comenzar. El había decidido llegar antes para hablar sobre Sonya y ahí estaba... haciendo nuevamente el amor con su amante.

      ―¿Te gusta, amore? ―la pregunta de Pietro no sonó como siempre. Lo sintió inseguro y le daría la seguridad que necesitaba.

     ―Sí, amor... sigue así... ―las estocadas aumentaron de velocidad y la mano del mafioso se apoderó de su hombría para estimularlo y guiarlo hacía la culminación. Sus ojos se cerraron, al sentir que el placer lo dominaba y sus manos de aferraron al cristal mientras al estallar, su semen dejaba blancas gotas en su superficie. Pietro rugió su orgasmo y luego lo apretó mientras se vaciaba en su interior una y otra vez, agitando sus caderas por los espasmos musculares.

        Momentos después, mientras se vestían, Pietro no quiso esperar más. Le asustaba que Massimo terminara con él a causa de Sonya, o que no quisiera ser un simple amante. Lo entendía. Casarse con Laura era primordial para poder seguir juntos, sin que sus enemigos le vieran como un hombre débil. Su desesperación creció y se juró que si Massimo trataba de abandonarlo, le obligaría a estar con él. Acudiría a todos los medios, incluso el chantaje.

      ―Quiero que hablemos antes de que te cases ―Massimo se atrevió a cortar por lo sano― Acepté ser tu amante, incluso sabiendo que te casarías con Laura ―explicó el empresario― puedo vivir con eso, seré tu amante toda mi vida, aunque sigas casado con ella y yo tenga que ser tu sucio secreto. Porque sé que no la amas, ni siquiera te atrae y sé que al final del día, me buscarás a mi.

     ―Massimo...

    ―No me interrumpas, por favor ―exigió Rossetti― Pero no puedo aceptar a esa otra mujer, esa tal Sonya... ―vaciló― me asusta pensar que en un futuro, el nacimiento de ese hijo le otorgue poder sobre ti... no quiero imaginar el día en que estemos haciendo el amor y que ella aparezca por cualquier motivo relacionado con su hijo y me dejes con las ganas, todo por atenderla.

     ―Eso no pasará...

    ―Sé que eso pasará, Pietro... para ella no se trata de su hijo... se trata de ti... Ella te quiere a ti y yo no quiero perderte.

    ―No me perderás ―le aseguró el mafioso acercándose para tomar el rostro del empresario con ambas manos y mirarlo a los ojos.

     ―Demuéstralo ―exigió Rossetti, reflejándose en las oscuras profundidades verdosas de su amante.

     ―¿Cómo? ―preguntó el mafioso― ¿Que tengo que hacer para demostrarte que ella no interferirá?

     ―Cuando nazca ese bambino, sea tuyo o no... quiero que me entregues la cabeza de esa ramera en una bandeja de plata ―exigió el empresario― La quiero muerta, Pietro... ―Massimo lo miró exigente, subiendo la voz poco a poco― Quiero que mates a la mujer que me ha hecho sentir inseguro... quiero que mates a la mujer que me ha hecho sentir que puedo perderte... ―La exigencia sorprendió al mafioso; ya que, Massimo no se caracterizaba por ser un hombre violento. Pero si se lo estaba pidiendo, él no era nadie para negarse.

     ―¿Y el bebé? ―preguntó el mafioso― ¿Que hago con el bebé?

     ―Yo me haré responsable del niño, sea tuyo o no, para mi será tu hijo y lo amaré y educaré como si fuera mío ―respondió el empresario― Sólo quiero que ella deje de existir... no quiero saber que ella seguirá respirando.

     ―Lo haré, amore ―respondió el mafioso con resignación― te entregaré su cabeza como me lo pides, pero yo quiero algo a cambio...

     ―¿Que puedo darte que ya no te haya dado, Pietro? ―preguntó Massimo, dándole a recordar que era el primero y único hombre con el que había estado.

      Pietro se dirigió a su escritorio y abrió uno de los cajones, de donde sacó la caja con los anillos. La abrió y sacó las dos sortijas, se puso la suya y la otra la conservó en su mano. Se acercó nuevamente a su amante y se la mostró...

      ―Quiero... no, mejor dicho... Te pido que de hoy en adelante uses esta sortija ―Los ojos de Rossetti se abrieron al reconocer el sello de la familia Mancinni― La mandé a hacer para ti, para que implícitamente, todos sepan que aunque me caso con Laura, mi corazón te pertenece.

      Massimo se quedó sin palabras y despojándose de su antigua sortija de matrimonio, estiró la mano para que su amante deslizara el anillo que lo indicaba como miembro de la familia Mancinni... mejor dicho, como consorte del Capi di tutti capi.

     ―Te amo, Pietro ―el empresario se abrazó al hombre, que aunque más joven que él, entregaba su cuerpo y su amor.

     ―Yo también te amo, Massimo. Demasiado para mi propia seguridad. ―el mafioso le siguió abrazando― Las condiciones siguen siendo las mismas... ―el empresario se separó y le quedó mirando tratando de que su amante le explicara― no quiero verte con nadie que no sea yo. Quiero tu teléfono encendido las veinticuatro horas del día. De hoy en adelante, dormirás en esta casa al menos dos veces por semana y yo haré lo mismo en la tuya. Si hay algo que te molesta de mi, me lo dices... si te dan ganas de asesinar a alguna mujer que se me acerque me lo dices ¡Ah! Los hombres también están incluidos... desde ahora en adelante, más de alguno se dará cuenta de nuestra relación y no faltarán los moscardones que tratarán de conquistarte ―añadió gruñendo― Eres mío Massimo así como yo soy tuyo. Pero, hay algo que necesito y exijo de ti.

       ―¿Qué es, amore? Sabes que no te negaría nada.

      ―Obediencia, Massimo. Quiero tu absoluta obediencia. Mientras me obedezcas y no cuestiones mis decisiones, tendrás mi absoluta devoción. Si yo te digo, que un día no podrás asistir a una reunión de negocios, no lo harás ―Massimo trató de decir algo, pero el capo alzó la mano para detenerlo― en todos estos años, más de alguna vez he tenido que interrumpir ciertos asuntos porque accidentalmente te encontrabas presente en el lugar. Te exijo esto, porque no quiero que te veas involucrado en algún cruce de fuego ¿capisce? Moriría si te llegara a pasar algo por culpa de una bala perdida. Si en el futuro, tienes cenas, almuerzos o desayuno de negocios, me informarás del día, la hora y el lugar para que mis hombres se encarguen de revisar el recinto y se aseguren de que no hay una sorpresa en tu contra. Ser mi amante, te convierte en mi debilidad. Mis enemigos me atacarán a través de ti y me quiero asegurar de que no lo logren.

     ―Pero Dante es tu hijo, también pueden atacarte a través de él...

    ―Dante se sabe cuidar sólo y es mucho más letal que yo... aunque no hubiera demostrado esos dones si no hubiera conocido a un chico...

       Massimo comenzó a reír a carcajadas

―¿Cual es el chiste? ―preguntó el mafioso.

―Nosotros... tu familia y la mía debe tener el virus de la homosexualidad, eso o las mujeres nos han aburrido de tal forma que preferimos a los hombres para no soportarlas.

Unos golpes en la puerta interrumpieron la respuesta de Mancinni...


―Avanti (delante) ―apenas Pietro otorgó el permiso de entrada, la puerta se abrió y el mayordomo ingresó al despacho.


―Signore, ha llegado la persona que oficiará el matrimonio ―comunicó.


―Guíalo al salón y después avisa a Laura que se presente.

Silvio asintió y se retiró del lugar dejando a ambos hombres observándose uno a otro.

―Ha llegado el momento ―Massimo se acercó― Todavía estás a tiempo de arrepentirte ―agregó esperanzado.

―Nunca me arrepiento de mis decisiones, amore... después de tanto tiempo de conocerme, deberías saberlo.




                                             *******************





       Laura se encontraba sumergida en la tina de hidromasaje pensando en lo que sería su vida desde ese día en adelante. El día anterior, había ido de compras y había invertido en un negligé rojo de Victoria Secret con el que pensaba seducir a Pietro. Estaba decidida a tener la noche de bodas que siempre había soñado y no le importaba saber que el mafioso pudiera sentirse atraído por otro hombre. Salió del agua y envolvió su     estilizado cuerpo en una fina toalla de algodón egipcio. Se miró al espejo y sonrió.

    ―Hoy es tu noche ―se dijo triunfante― por fin volverás a estar entre los brazos de Pietro.

     Salió hacia el dormitorio y le extrañó ver a Silvio parado en medio del dormitorio.

      ―No he autorizado tu entrada ―le reprendió.

      ―Lo sé ―respondió el hombre― venía a avisarle que el oficial del registro civil ha llegado y a entregarle su regalo de bodas ―el hombre se adelantó y dejó sobre el tocador una pila de cajas de joyería― El signore desea que las luzca en la ceremonia ―agregó y luego se retiró sin importarle que la mujer lo mirara con desprecio.

        Laura se acercó al mueble y fue abriendo las cajas. Todas tenían el logo Harry Winston. Abrió la más grande y sus ojos se quedaron maravillados. Un collar de la colección Lily Cluster, con seiscientos diecinueve diamantes de un peso total de casi cinco kilates, montados sobre un marco de platino, reinaba sobre un colchón de fino satín. Abrió la boca para emitir un grito de admiración, Luego, abrió la otra caja, y la siguiente. Todas ellas eran un complemento del collar; pendientes, brazalete y anillo a juego. La mujer sonrió pensando en que Pietro debía amarla mucho para haberle hecho un regalo así. Dejó las cajas abiertas y se acercó al vestidor, donde se enfundó el vestido Dior de color blanco que había adquirido para la ocasión. Se miró al espejo y sonrió. Sabía que se veía hermosa, la amplia falda de seda y el escote discreto le daban la imagen de una mujer elegante y sofisticada. Se aplicó un mínimo de maquillaje y se colocó las joyas que Pietro le había regalado. Salió de su dormitorio y caminó al salón que se había encargado personalmente de decorar para el evento. Ingresó y la sonrisa que tenía en su cara se congeló al ver a Massimo junto a Pietro. Ambos hombres no se percataron de su presencia y continuaron el sutil coqueteo en el cual estaban absortos. Se obligó a mantener la calma y los observó por largos segundos antes de dar a conocer su presencia.

       ―Buenos días a ambos ―saludó con frialdad y luego miró directamente a Rossetti― No recuerdo haberte invitado a mi boda, Massimo. ―la mujer trató de ser irónica, para hacerle sentir que no era bienvenido.

        ―Buon Giorno, Laura ―respondió el empresario por educación y así darse tiempo de no arruinar la ceremonia― he venido a visitar a mi yerno y por casualidad me enteré que habría una ceremonia...

      ―¿A visitar a Gio?... ¿Sólo?...

      ―No, Laura... no he venido sólo... Angelo ha venido conmigo y Pietro, amablemente me ha invitado a presenciar la boda.

       La mujer observó a ambos hombres, estudiando la cercanía de sus cuerpos y el brillo de sus ojos. Los labios de Massimo, estaban hinchados y más rojos de lo normal y el trozo de piel de su cuello que la camisa dejaba expuesto, estaba manchado con marcas de mordidas y succiones. Su estómago dio un vuelco al ver que el hombre con el cual iba a contraer nupcias, acariciaba con un dedo las marcas expuestas y sonreía al empresario con complicidad. Cerró los ojos para no ver más la bizarra escena que se desarrollaba ante ella y luego se dio la vuela para conversar con el oficial del registro civil.
     Vito Martelli, el consiglieri de Mancinni, ingresó al salón mirando a la rubia de forma despectiva y se dirigió hacia el lugar donde se encontraba su jefe. En sus manos, portaba un par de carpetas negras, las que despertaron la curiosidad de la abogada. La mujer, observó a su futuro esposo abrir los documentos y leerlos con atención. Por la irónica sonrisa que adornó los voluptuosos y sensuales labios del mafioso, concluyó que era de negocios. Pero, cuando los fríos ojos verdes se posaron sobre ella, se estremeció al pensar que aquella información recién leída por Pietro, le fuera desfavorable.

       ―¿Qué es eso? ―preguntó Massimo en voz baja, para evitar que Laura escuchara desde el otro extremo de la habitación.

       ―El contrato prematrimonial ―contestó el mafioso mientras miraba a la mujer que desposaría en pocos minutos― Si se diese el caso y Laura quiere el divorcio... no tendrá acceso a nada ya que todo es de mis hijos...

        ―Recuerda que ella es la madre de uno de ellos... ―acotó el empresario.

        ―Y por ellos será recompensada con todo lo que ella quiere... podrá tener joyas, y todos los caprichos que quiera, pero aparte de eso, no podrá acceder a mis bienes, ni a los de la famiglia.

        ―Pienso que estas siendo algo duro...

        ―¿Que habrías hecho tú, Massimo?... ¿Te habrías casado sin asegurar tus bienes? Recuerda que la familia de Laura tiene apuros económicos y que necesitan de una fuerte inyección de capital para seguir manteniendo las textileras en su poder. ―el empresario se le quedó mirando con cara de interrogación― No me digas que no sabías ―la cara de culpabilidad del empresario le delató― ¡Per Dio, Massimo! ¿Te das cuenta de la que te he salvado? Estuviste así... ―el mafioso mostró el índice y el pulgar de su mano derecha casi juntos― de dejar la mitad del patrimonio de tu familia en manos de los Visconti...

       ―¡No exageres, Pietro!...

       ―¿Que no exagere?... amore... tengo varios pagarés firmados por Rafaello y te confesaré que Laura se casará conmigo para evitar la cobranza...

       La conversación se vio interrumpida por la entrada de Dante al salón y la decisión del oficiante a comenzar la ceremonia.
      Pietro, caminó hacia el lugar donde se erigía la mesa en cuyo centro se encontraban los documentos oficiales que atestiguarían su unión con Laura. El oficiante, lo miró con algo de temor y se dispuso a iniciar el enlace; Pero, fue interrumpido por el mafioso.

       ―Scusi magistrado ―la voz de Pietro era firme― antes de casarnos hay un trámite burocrático a cumplir ―explicó.

        Laura le miró interrogante y luego su rostro palideció al ver que Pietro extendía ambas carpetas que momentos antes Vito había dejado en manos de su prometido.

      ―¿Qué es eso? ―preguntó tratando de disimular que entendía de qué se trataban los folios.

      ―Esto mi, mi querida Laura... es el contrato prematrimonial que redactaron mis abogados por órdenes mías y que serán oficialmente protocolarizados por el magistrado aquí presente ―explicó con calma― Puedes tomarte unos minutos para leerlo y firmar.

      ―Pero, no creo que sea necesario...

    ―Firmas o no me caso contigo, Laura ―la advertencia era decisiva.

       La mujer tomó la carpeta que le correspondía a ella. A medida que avanzaba en su lectura, su rostro reflejaba el rechazo que sentía a las condiciones del enlace y al futuro que tendría ante un posible divorcio. Ahora entendía porqué el mafioso no había permitido que sus padres estuvieran presentes ese día. Así pudo evitar que ellos objetaran sus exigencias. Despegó los ojos de los papeles que la rebajaban a una simple esposa de nombre, ya que el mafioso aclaraba que no compartiría cama con ella mientras la deuda de su familia no estuviera totalmente cancelada y que si era sorprendida en adulterio, las deudas de su familia, serían inmediatamente cobradas en su totalidad; por lo tanto, se pediría el embargo de todos los bienes familiares. Laura respiró hondo para calmarse y luego miró a Pietro que le extendía una pluma fuente para que firmara. La tomó y luego apoyó la carpeta en la mesa. Por el rabillo del ojo vio que el primo de Pietro ingresaba al salón seguido por dos hombres, se enderezó para saludarlo con un movimiento de cabeza, luego miró hacia el lugar donde estaba Massimo. El empresario la miró desafiante, haciéndole entender que si rechazaba el acuerdo, él, estaría gustoso de ocupar su lugar. No quería darle la satisfacción de verla derrotada antes de tiempo. Sonrió... “Aún me queda esta noche y tu no podrás evitarlo”, pensó. Decidida a no esperar más, estampó su firma, al lado de la de Mancinni y luego devolvió la pluma.

      ―Puede comenzar con la ceremonia ―sugirió Pietro con voz neutra.

      ―Espera... ―interrumpió Laura― Todavía falta Giovanni ―explicó.

      ―El se ha rehusado a estar presente, mujer ―aquello le fue difícil de digerir― y yo no lo obligaré a hacer nada que no quiera. ―la escueta respuesta del hombre provocó el silencio de todos. Luego, insistió al oficial que comenzara con la ceremonia― Estamos listos, signore.

       El oficiante inició la ceremonia bajo un ambiente tenso. Sus palabras fueron escuchadas con cierta impaciencia de parte del dueño de casa y al darse cuenta de esto, trató de resumir lo más que pudo. A cada palabra que pronunciaba, sus ojos recorrían la habitación y chocaban de vez en cuando con los hombres armados apostados en la entrada del salón. Le pareció extraño que uno de los grandes empresarios del país, también estuviera presente y que estuviera tratando de controlarse para no interrumpir la ceremonia. Cuando pronunció el afamado “los declaro marido y mujer”, el frío beso que Mancinni dejó en una de las mejillas de la mujer le sorprendió. Sí, definitivamente, aquel matrimonio era el más extraño que había oficiado.



                                                    **********************



           Bruno observaba como su protegido era besado por el estirado hijo de papá y no le hacía la menor gracia. No podía evitarlo. En aquellos días, el chiquillo se había hecho un espacio en su frío y solitario corazón a pesar de que se había propuesto no caer en la tentación.
         Sus ojos observaban a los novios a través del monitor. Sonrió. El menor de los Mancinni ni siquiera se imaginaba que su dormitorio era vigilado con cámaras y micrófonos. El capi di tutti capi, no quería arriesgar a que su hijo menor fuera secuestrado y le instaló en la habitación adyacente a la de Gio con el privilegio de ser el único que observaba las intimidades del hermoso joven. Ahora, sus manos luchaban por no bajar su bragueta y autosatisfacerse por las imágenes de las que estaba siendo testigo. Los jóvenes se encontraban en el lecho. Sus ropas habían sido descartadas y se besaban como si no hubiera un mañana. Ambos se complementaban en belleza, pero el heredero Rossetti, tenía la seguridad que posee todo hombre que cree que tiene el mundo a sus pies. Tocaba a su novio de tal forma que el muchacho se retorcía debajo de él. Besaba el andrógino cuerpo con devoción y lo supo. Supo que Gio ese día perdería la inocencia en manos de su futuro esposo. ¡Como le hubiera gustado poder estar presente en ese cuarto! Se imaginó junto a ellos, recorriendo ambos cuerpos con sus salvajes y expertos besos, poseyendo a ambos herederos, llenándolos con su simiente y marcándolos como suyos. Y que Dios le perdonara por eso.
       Liberó su pene y lo acarició lentamente, alimentando su líbido con las sensuales imágenes y los más que excitantes gemidos que ambos jóvenes emitían. Un fuerte quejido le indicó que la entrada de Gio ya había sido exquisitamente profanada y aquello le encendió aún más. Enfocó sus ojos en la imagen panorámica que mostraba como los hermosos glúteos del heredero Rossetti se contraían a cada embestida y se imaginó a si mismo separando ambos globos para invadir su entrada y así imponer su ritmo. Cerró los ojos y recordó el rostro de Angelo, cuando ambos enfrentaron sus miradas en el patio de entrenamientos. El joven le había desafiado, pero no había podido evitar recorrer su cuerpo con admiración. Aquello le indicó que podría tener una oportunidad con ellos y haría todo lo posible por conquistarlos. El orgasmo le llegó momentos después que escuchara los fuertes gemidos que le anunciaron la culminación de aquellos que en un futuro serían suyos.



                                                          ***************


           Después del entrenamiento y el caluroso reencuentro con su novio, Gio se duchó y salió con una toalla alrededor de sus caderas. Angelo le esperaba sentado en el lecho y le sorprendió verlo con uno de sus rosados osos de peluche en las manos. Se acercó al lecho con lentitud y una idea descabellada se instaló en  su mente. Dejando a un lado el pudor que le habían inculcado las monjas del orfanato, se despojó de la toalla y se mostró en su desnuda plenitud ante un sorprendido Angelo, que jadeó ante la hermosa visión.

        ―¿Qué haces? ―el joven Rossetti se sintió intimidado por primera vez en su vida.

         Giovanni le miró entre culpable y ansioso ¿Cómo decirle que quería entregarse a él antes de sucumbir a la tentación de hacerlo con Bruno? ¿Cómo decirle que en los últimos días, su guardaespaldas le hacía sentir como un geisser a punto de hacer erupción y que temía no cumplir la promesa de serle fiel? ¿Cómo preguntarle si estaba bien sentirse atraído o amar a dos personas a la vez? Sintió la mirada ansiosa de Angelo recorriendo su cuerpo y su piel se erizó de anticipación a lo que se vendría.

        ―Quiero... ―el menor se sentía tan nervioso por el paso que había decido que su cuerpo temblaba, incluso su voz― Quiero que hagamos el amor... por favor ―terminó con una mirada suplicante.

       Angelo le miraba ansioso, aturdido por aquella sorpresiva petición; pero a la vez, con miedo a cumplir aquel deseo de su novio. Su padre le había advertido que Mancinni no toleraría otra falta de respeto de su parte. Abrió la boca para negarse, pero la mirada febril que Gio le regalaba se lo impidió.
        Estiró sus brazos, invitando a su novio a refugiarse en ellos y el chico se entregó a su calor, dispuesto a entregarse a él en cuerpo y alma. Tomó delicadamente el rostro de Gio entre sus manos y presionó sus labios sobre la frente de su novio. Un beso algo inocente, pero que se prolongó por varios segundos. Repitió el gesto en sus párpados, luego en sus pómulos, su hermosa nariz respingada y por último se apoderó de sus labios, acariciándolos con los suyos, con el objetivo de darle tiempo a Gio de arrepentirse. Pero esto no sucedió.

       ―Te amo.

        Aquellas palabras le dieron la fuerza para proseguir ya que aún no se sentía merecedor de aquel premio a causa de su actuar en los pasados días.

       ―Yo también te amo mi Gia...

        El pequeño heredero Mancinni sonrió ante el apelativo y cerró los ojos para entregar su virginidad al hombre que comprendía su verdadera naturaleza y la aceptaba incondicionalmente.

        ―Hazme el amor, Angelo... quiero ser tuya en toda la extensión de la palabra. Deseo tus manos en mi cuerpo y tu pene dentro de mí y lo quiero ahora, sin importar las consecuencias...

          Ante estas palabras, el joven Rossetti no pudo contenerse y ahuecó sus manos sobre los glúteos de su novio y lo alzó para depositarle de espaldas en la enorme cama. Gio le miró con ojos expectantes mientras procedía a desvestirse sin importarle que en el proceso, el fino traje Boss que esa mañana se había puesto para la ceremonia, quedaba arrugado en el suelo. Una vez que estuvo completamente desnudo subió de nuevo a la cama.

          ―No he traído lubricante, amore. No esperaba que...

          ―En el velador tengo uno tubo que me regaló Enrico en mi última visita...

          Angelo se anotó mentalmente el agradecer personalmente a su tío político, el haber instruido a su novio en esas artes, además de proveerlo con lo necesario para el proceso. Bajó de la cama y se acercó al dichoso velador y sacó del cajón el mencionado tubo y luego procedió a subir al lecho, para recorrer con su besos, la nívea piel del cuello de su novio. Cuando viajó más abajo, se detuvo en los pezones que se veían deliciosamente devorables. Mordió una de las rosadas puntas endurecidas y la estimuló dentro de su boca, escuchando con satisfacción, los jadeos de Gio mientras se arqueaba hacia él.

        ―Dio, mi Gia, eres tan hermosa, tentadora y perfecta...

        Rossetti no pudo evitar alabar la hermosura de su novio y atacó el otro pezón con suaves lamidas y mordidas que hicieron que Gio gimiera aún más fuerte. Sus labios y lengua fueron recorriendo todo el cuerpo hacia el sur hasta que llegó hasta el bonito y rosado pene el cual besó con devoción. Sabía que tenía poco tiempo. El tipo de ceremonia que se estaba celebrando en uno de los inmensos salones de la villa, no solía extenderse por más de una hora y no podían darse el gusto de ser sorprendidos in fraganti sin antes haber fijado la fecha de su boda. Tomó el tubo de lubricante y mojó sus dedos, mientras que Gio separaba las piernas invitándolo a mancillar su pureza. No se hizo de rogar, su excitación era tal que temía no poder controlarse y no quería que la primera vez de su novio fuera insatisfactoria. Tanteó suavemente la entrada y la circuló para estimular el esfinter. Gio se estremeció y abrió aún más las piernas para darle más espacio. Ingresó uno de su dedos y comenzó a hacer movimientos circulares para extender la estrecha cavidad. Luego, cuando la segunda falange estuvo dentro, comenzó a hacer movimientos de tijeras, hacia todos los lados. Sus dedos eran gruesos; por lo tanto, no creyó que su novio necesitara de más preparación. Lubricó su pene con más lubricante y fue entrando poco a poco en la caliente cavidad que lo fue absorbiendo hasta que sus caderas chocaron con los glúteos de Gio. Estaba hecho, la virginidad de Gio era suya. El muchacho, lo miró con lágrimas en los ojos a causa del dolor que sentía. Se obligó a esperar a que su novio se acostumbrara a la intromisión y luego, agitando las caderas comenzó a embestirlo con suaves estocadas que fueron creciendo en intensidad a medida que Gio fue exigiendo más entre los tímidos gemidos que emitía.

         ―Gime para mí, amore... quiero escucharte decir mi nombre cuando estalles.

        El joven obedeció y olvidó sus inhibiciones, mientras exigía que su novio le diera más placer.

        ―Ahí, amore... toca ahí de nuevo ―rogó cuando su próstata fue debidamente estimulada por el glande de Angelo.

        Rossetti, siguió en embistiendo, tratando de mantener el ángulo y luchando por no llegar al orgasmo entes que su novio. El placer era exquisito, nunca con ninguna de sus amantes, se había sentido tan completo. La estrechez de Gio lo subyugaba, haciéndole entregarse por completo.
       Gio estalló mojando ambos vientres, nombrando a Angelo con un gemido fuerte y gutural que seguro alertaría a más de uno de los guardias que se encontraban en los pasillos. Su interior se apretó tanto, que Rossetti se sacudió en un orgasmo que le hizo gritar como nunca antes lo había hecho. Se quedaron abrazados, disfrutando de la sensación de sentirse unidos, acariciándose lentamente y mirándose a los ojos.

El momento fue interrumpido, cuando la puerta fue abierta y un enojado Pietro Mancinni, ingresaba por ella seguido de su amante y su hijo mayor.



                                                          ****************


          La ceremonia había culminado y los presentes degustaban de un pequeño aperitivo previo al almuerzo que se llevaría a cabo con motivo de la boda. En los pasillos aledaños a la alcoba del menor de los hijos del don, los guardias escucharon los fuertes sonidos del interior y uno de ellos fue a avisar a su jefe de la situación.
          Pietro no se quedó tranquilo con la información y procedió a salir del salón con el rostro disgustado. Su primer pensamiento fue que Angelo y su hijo estaban discutiendo. Massimo desde la distancia, intuyó que algo sucedía y lo siguió con preocupación, tratando de esquivar a los guardias de Tuozzolo que estaban por todos lados interrumpiendo su caminar. Dante por su parte, había escuchado la información del guardia y no se lo pensó dos veces... Si Angelo se estaba excediendo; esta vez él tomaría cartas en el asunto. Alcanzó a su padre justo detrás de Massimo y cuando el capi di tutti capi abrió la puerta de la alcoba de su hijo menor, todos se quedaron sorprendidos con la escena que se desarrollaba en su interior.
           Angelo se encontraba sobre el cuerpo de Gio. Ambos estaban desnudos y con indicios de haber recién terminado de tener relaciones sexuales. Los jóvenes se sobresaltaron al ser sorprendidos, pero no pudieron separarse de forma rápida ya que el miembro de Rossetti, aún se encontraba en el interior de Gio. El quejido del joven al sentir el pene salir de él fue suficiente para que el jefe de la Cosa Nostra estallara.

       ―¡¿Qué... significa... esto?! ―apenas había terminado de preguntar, Pietro se estaba arrepintiendo de sus palabras por lo obvio de la escena.

        Ambos jóvenes callaron, algo intimidados por el mafioso. Mancinni se acercó al lecho para enfrentar al menor de sus hijos, para que descartara lo que más temía.

        ―¿Te obligó? ―la pregunta sorprendió a los presentes y disgustó a Gio

       ―¿Qué significa esa pregunta, signore? ―la seriedad del joven sorprendió al capo― ¿Me cree tan inmaduro como para no tomar mis propias decisiones? ¡Claro que no me obligó! Fue todo lo contrario ―explicó― Yo le pedí que me hiciera el amor.

         Dante sacó a relucir una carcajada, divertido por la situación y recordando la primera vez que su padre le sorprendió follando a una actriz de una telenovela juvenil.

        ―Me voy de aquí ―anunció― Tanto escándalo por un polvo ―aunque no era cualquier polvo, el que estaba desnudo en esa cama, era su hermanito al que había jurado proteger con su vida y que había burlado a su padre perdiendo la virginidad bajo su techo― En hora buena, hermanito y bienvenido al mundo de los adultos.

          El joven sottocapo salió sin importarle que su padre lo mirara enojado por apoyar la locura que había hecho Gio.

        ―¿No pudieron esperar a casarse? ―preguntó Pietro incómodo con la situación.

        ―¡Vamos, pappa! Por si no te has dado cuenta, no soy ninguna chica que tiene que cuidar su honra hasta la noche de bodas.

         Massimo y Pietro le miraron con asombro, pero el mafioso tenía un brillo de emoción en sus ojos. Era la primera vez que Gio le decía papá y aquello le había dejado completamente desarmado.

Angelo se adelantó, tapando sus genitales con una de las almohadas y se puso en actitud de defensa.

       ―Si hay alguien que tiene que recibir un castigo soy yo... por no haberme negado...

        ―¡Basta! ―le interrumpió Pietro― No me interesa quien es el culpable ―agregó mirando con ternura a su hijo menor― Pero de ahora en adelante quiero que respeten mis órdenes... Se casarán dentro de dos meses en Holanda y durante todo el tiempo que queda, no quiero que una situación como esta se repita...

        ―Pero, Pappa...

       ―Ambos no podrán verse a solas durante todo este tiempo...

      ―¡Qué!

       ―Y tú, Gio... ayudarás a tu madre a planear la fiesta de bodas.

      ―¡Esa... mujer... no... es... mi... madre!

     ―¡Lo es! Y tendrás que acostumbrarte a la idea...

      ―¡Me prometiste que no me obligarías a aceptarla! ¡Cumple con lo que me prometiste o en este mismo momento me largo de esta casa!

       Todos quedaron en silencio mientras que veían a Gio bajar de la cama y entrar desnudo al vestidor. Demoró unos cuantos minutos y salió enfundado en ropa deportiva con un bolso abultado colgado de su hombro.

        ―¿Que haces? ―preguntó el mafioso al ver que su hijo comenzaba a recoger los peluches que habían en las estanterías.

        ―Me voy... no me quedaré a vivir con alguien que no cumple sus promesas.

        ―¡De esta casa no sales. Giovanni Mancinni Visconti! ―gritó Pietro que no se dio cuenta que al espectáculo se había sumado su primo y Laura― Aún eres menor de edad y estás bajo mi tutela.

        Gio miró a su padre y luego a la mujer que le había dado la vida. El desconocido hombre que la acompañaba pasó desapercibido ante sus ojos y enfocó todo su rencor en aquella que tanto aborrecía.

          ―Está bien... te obedeceré, padre... pero cuando me case, el apellido que llevaré junto al tuyo será el de mi marido. No quiero asociar mi nombre al apellido de esta mujerzuela. Es más, me aseguraré que ese maldito apellido se extinga conmigo y que la familia que me repudió desaparezca ―juntó su dedos y los besó al estilo siciliano― te lo juro.

        ―Figlio... ―la voz de Laura se dejó escuchar.

        ―¡No me llames hijo! ―advirtió el joven― Perdiste ese derecho cuando decidiste que yo te estorbaba y me abandonaste con apenas cinco horas de haber nacido ―la miró con repugnancia― ¡Te odio! Y me aseguraré de decírtelo todos los días de mi vida... Te odio por haber permitido que creciera pensando que era una niña y que tendría hijos a los cuales les daría el amor que tu nunca me diste. ¡Sal de mi cuarto!¡Nadie te ha invitado a entrar!

         La mujer salió llorando, seguida por la mirada compasiva de Massimo y Salvatore.

       ―Eres demasiado joven para guardar tanto rencor por alguien ―habló Pietro para confortar a su hijo.

       ―¿Me lo dice el hombre cuyo tercer apellido es Vendetta?

        La respuesta hizo que el capo lanzara una carcajada y luego abrazó a su hijo.

        ―No dejaré que te vayas, figlio mio... no ahora que te he encontrado y que te amo con todo mi corazón. ―sus palabras hicieron que Gio se emocionara.

         ―No me iré papá... y perdóname por no ser lo que tu esperabas...

        ―Shhh no digas eso, eres perfecto para mi.

         ―¿Aunque actúe como una chica con síndrome menstrual, como hoy?

       ―Sí, figlio mio ―Pietro sostuvo a su hijo entre sus brazos por largos segundos en los que solo se escuchó el ruido que hacía Angelo al vestirse. Eso le distrajo y arrugó el ceño― Y ahora ¿Quien te ayudará con la fiesta?

       ―No te preocupes por eso, papá... Enrico me ayudará y te aseguro que tiene muchas ideas, pero te advierto que te saldrá un poco caro... recuerda que eres el padre de la novia y tu corres con los gastos.

Los presentes rieron por la broma y fueron saliendo uno a uno para dirigirse al salón.

      ―¿Almorzarás con nosotros? ―preguntó el capo― que conste que no te estoy obligando, es solo que me gustaría que estuvieras presente. Puedes hacer como si Laura no existiera y de paso te presento a mi primo Salvatore, al que has dejado muy impresionado después de estallido hormonal.

       ―Va bene ―respondió el menor― Me cambiaré y luego me tendrás allí.

       Pietro Mancinni, salió del dormitorio de su hijo con una mirada decidida, orgulloso de que sus genes se hubieran manifestado en el menor a pesar de su delicadeza. El joven tenía potencial y con su ayuda podría ser un gran y respetado líder. El ofrecimiento de su primo Salvatore de que Dante le sucediera en el mando de la Ndrangheta rondó en su cabeza y su imaginación voló a un futuro en el que sus hijos, fueran los capos más respetados de todo el mundo. Dante dirigiendo la mafia calabresa y Gio, siendo el Tutti di tutti capi de la Cosa Nostra. Aquella idea le pareció interesante y decidió discutirla con su primo.















7 comentarios:

  1. aaaaaaaaaaaaa¡¡¡¡¡¡ nopuedo creerlo con cada capitulo amo cada vez mas esta historia , te agradesco que hallas creado esta historia , te doy animos para que sigas creando mas y mas , ya que estoy muy ansiosa por otro capitulo . ANIMO

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  2. Ahhhhhh, OMG, OMG...., se pone mas interesante a medida que pasa, OMG, OMG, estoy tan ansiosa porque lo continues, aunque dire que valio la pena esperar.
    Besos

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  3. Hola Fadua! Gracias por regalarnos otro capitulo mas. Que historia hermosa que has creado y valio la pena la espera. Esperamos con ansias que continues. No quiero olvidarme de Maktoob que es una historia fantastica y aunque mas alla del deseo recien comienza perfila igual de ingeniosa. Te esperaremos por siempre. Gracias

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  4. He tardado en comentar porque no me dí cuenta que habías actualizado ... vaya que como siempre voy tarde . Muchas gracias por el capítulo sabes que adoro esta historia llena de personajes fuertes y poderosos que aman con todo el corazón .
    Gracias por subirlo .

    Un abrazo

    Judith

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  5. No sabia que habias puesto otro capitulo, me encanta la historia, ya tengo ganas de más. Gracias. Bss.

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  6. ¡Muy buenas tardes!
    Me ha parecido muy interesante y agradable tu blog, de ahí a que haya invertido un pequeño espacio de mi tiempo en echarle un vistazo, nunca olvides avanzar y seguir construyendo tu pequeño mundo con palabras constructivas.

    Ahora, si me lo permites y no te resulta mucha molestia, me gustaría invitarte a mi blog : ! DIARIO DE UNA CHICA POSITIVA ! - si te gusta leer literatura muy positiva surgida de mi mente (microrrelatos, reflexiones, poemas, relatos, cartas), debatir sobre los acontecimientos de la vida, hacer peticiones literarias para que yo las escriba y hacer publicidad de tu blogspot en la pestaña "Aquí tu blog".

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    También te puede interesar mi segundo blog, creado hace tan solo tres días el cuál está lleno de ironía y realidad: "! Safo, la Isla de Lesbos y la generación de las discípulas femeninas !"
    http://lesbianismoysusderivadas.blogspot.com.es/

    En fin, sígueme si es de tu agrado y si no lo es, pues nos veremos en otra ocasión.
    Gracias por las molestias.

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  7. Me encantan tus historias... espero el desarrollo de los tres chicos me muerdo las uñas por saber

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